martes, 14 de abril de 2020

CONTROL DE DAÑOS

La situación que vivimos solo puede tener un final:o acabamos con el virus; o el virus acaba con la especie humana. No hay otra. Sin embargo, tras casi sesenta días de "conflicto" podemos ir haciendo ya un primer "Control de daños". Para el asunto que me ocupa es irrelevante el número de personas que han perdido la vida por causa del microorganismo. Lo que se queda por el camino es, todo un sistema de vida que, a partir de este momento, no volverá a ser igual.
Los cambios sociales se gestan poco a poco; y el que los vive no suele ser demasiado consciente de que esos cambios se producen; porque, él mismos forma parte de ese cambio.
En mis referencias históricas, no he encontrado ningún momento en la Historia de la Humanidad en la que el "cambio social" se haya producido en unos pocos días; por no decir en unas pocas horas. Ni tan siquiera en los dos últimos conflictos bélicos que arrasaron el mundo, se produjo un cambio social de tanto calado, en tan escaso espacio de tiempo.
Ha aparecido en todos nosotros un nuevo factor social que jamás antes apareció: el miedo al otro. Todo ser humano, desde que es consciente, desarrolla un número determinado de "miedos"; unos concretos, y otros indeterminados. Hay miedos endógenos y miedos exógenos. Los primeros nacen del seno de la persona sin que quien lo padece sepa las razones que le inducen a tener esa percepción de peligro. Los miedos exógenos son, por el contrario, perfectamente identificables, y fáciles de evitar con tan solo evitar las situaciones en las que ese miedo se dispara. Si tienes miedo a las alturas, no asciendes más allá del nivel suelo y el problema queda zanjado.
Luchar contra los miedos endógenos, es mucho más complicado; porque, el individuo desconoce cual es el desencadenante de ese miedo. Lo que provoca situaciones de ansiedad permanente, pues no se sabe en que "esquina" de la vida va a hacer su aparición.
Quienes sobrevivan, o sobreviven, al contagio que nos envuelve, ya hemos desarrollado un nuevo miedo "exógeno" que nos atenaza y nos impulsa a apartarnos de los demás. Es, el miedo al contagio. La persona, tiene miedo nada más salir del entorno que considera seguro. Cualquier semejante es apartado de su lado como resultado de ese nuevo miedo. Un miedo que nos lleva a alejarnos de los seres más queridos por un doble flujo de pánico que nos atenaza. El que va de nosotros a los demás; y el que nace de los otros hacia nosotros.
De la misma forma que, como explicaba hace unos días, en cierta región de Holanda las mujeres embarazadas desarrollaron, por la hambruna, un "gen del recuerdo"; quienes hoy sobrevivimos hemos desarrollado en unas pocas jornadas  el "gen del miedo". Si el "gen del recuerdo" provocó en los afectados un deseo desmedido por la comida, en previsión de una nueva hambruna; aquellos que vivimos esta situación, evitaremos el acercarnos a otras personas, en previsión de un contagio; por mucho que las circunstancias que nos rodeen nos digan que el peligro ha pasado; si es que pasa. Cuando la carga genética se modifica, no es sencillo que retorne a la situación anterior al momento en el que se produjo la mutación.
Solamente habrá una situación en la que el individuo sea capaz de sobreponerse a ese miedo. Será cuando esté en peligro su propia supervivencia. Tardaremos en mirar al vecino con la misma normalidad que antes; pocos serán los que suban a un ascensor en el que haya más personas que él. Los cines, los bares, y todos aquellos lugares que sean potencialmente peligrosos, según nuestra valoración del miedo, no volverán a ser lo que fueron. Ni tan siquiera el hecho habitual del beso, el abrazo, o el simple apretón de manos, volverán formar parte de nuestros hábitos sociales.
El espacio vital se ampliará de tal manera, que la superficie de la Tierra será insuficiente para que cada ser humano pueda tener ese espacio vital que, ahora, se ha convertido, no en un espacio de comodidad, sino en un espacio vital de seguridad.
Ni que decir tiene, que este cambio social, como siempre ocurre, va acompañado de un cambio en el marco económico que nos rodea. ¿Cuál será la trascendencia de ese cambio económico? Lo desconozco; pero, sin temor a equivocarme, diré que será extraordinario. Un cambio, como nunca antes la humanidad ha vivido; ni tan siquiera tras los dos grandes conflictos bélicos; o las catástrofes naturales  más grandes que nos han ocurrido, desde la desaparición de los dinosaurios.

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