sábado, 9 de mayo de 2020

FALSO NIRVANA

Este pobre mortal solo sabe que no sabe. Y eso no es demasiado saber. Sin embargo, su ausencia de conocimientos no es total; por lo que, aún sabe que sabe algo. Entre esos escasos conocimientos está el de conocer un poco de la condición humana. Y de ese conocimiento extrae determinadas conclusiones. Una de ellas es, que, cuando en un grupo social se ensalzan, sin venir a cuento, determinadas virtudes, lo que significa es que las tales virtudes no existen y se crean de manera artificial.
Desde que nos vimos abocados a vivir lo que estamos viviendo, el bombardeo que recibimos sobre nuestras virtudes y bondades como individuos, se han disparado de tal manera que uno llega a pensar si habremos vivido equivocados hasta ahora, y  nuestro "Nirvana" se alcanza confinados entre cuatro paredes y cantando canciones en el balcón de la casa, o desde la terraza los más afortunados.
Las empresas de publicidad deben haber trabajado a destajo para adecuar sus mensajes a este nuevo "Nirvana". Desde que vivimos aterrados y encerrados, todo se ha convertido en maravilloso. Los padres, no han sido padres hasta ahora; los niños no han sido niños hasta que no han podido dejar de  jugar con otros niños. Y, qué decir de las bondades desconocidas que han aflorado en cada uno de nosotros. Esas, han brotado como las margaritas en primavera.
Confundir supervivencia, y adaptación la medio hostil, con explosión de valores de la persona, suele ser algo habitual en situaciones extremas. Los valores de la persona para ser calificados como tales deben tener un carácter de permanencia; y no darles un calificativo que solamente obedece a la oportunidad. Un prestigioso psiquiatra ha puesto el contrapunto a ese neobuenismo que se ha desatado; y nos abre los ojos al decir que "el dolor y la tragedia no nos hacen mejor persona".
Como tantas veces ocurre, nos fijamos únicamente en la apariencia exterior, sin saber lo que realmente sucede, entre las cuatro paredes de cada casa;y mucho menos sobre lo que bulle en nuestras mentes. Y, lo que bulle en la mayoría de las cabezas, no tiene nada de bonito. Porque, las dudas son tantas y de tanto calado que no hay Medio de Comunicación, ni empresas de Publicidad que los pueda captar. Y aunque lo pudieran captar no las darían a conocer por aquello de que la verdad, es solo la verdad oficial. Ya que  el llamado "Cuarto Poder" hace tiempo que se plegó a los deseos y al dinero del "Primer Poder".
Millones de ciudadanos tenemos nuestras vidas rotas. Unos porque su trabajo ha desaparecido; otros, porque no saben que hacer con unos niños y jóvenes y adolescentes que llevan encerrados entre cuatro paredes desde hace meses, y a los que su estado natural de juego, estudios, relaciones personales han sido castrados. Poco contento deben tener su ánimo aquellos miles de pequeños empresarios que no podrán abrir sus negocios, porque las normas que les obligan lo hacen imposible. Años de trabajo y esfuerzo que se irán por el sumidero; y con los negocios, millones de puestos de trabajo. Esos que ahora con el juego de las palabras oficiales no son parados, y ahora son ERTE.
Si el pequeño negocio, el negocio familiar, ya atravesaba serias dificultades para su supervivencia; ahora  ha recibido el cachetazo definitivo de manos de "Agapito Rodríguez, puntillero mayor de las Ventas".
En qué cocina los cocineros podrán guardar una distancia permanente de dos metros; qué tienda de ropa podrá tener dos metros de separación permanente entre sus trabajadores; qué tienda de ropa podrá abrir sus puertas y vender trajes, chaquetas o pantalones sin que el cliente se los pueda probar; y si se los prueba y no se lo lleva, esa prenda tendrá que mantenerse quince días en "cuarentena" sin poder ponerse de nuevo a la venta. Y estos ejemplos son, únicamente, la diminuta punta de un inmenso iceberg, que unos y otros quieren ocultar, cambiando la cruda realidad poniendo en su lugar la imagen de las grandes cualidades que de golpe y porrazo nos adornan.
El único valor que se ha manifestado de manera irrefutable es; la resignación. Y esta no es un valor, ni positivo, ni negativo; es, únicamente, la aceptación de unos hechos contra los que no se puede luchar,... de momento.
Por mucho que algunos canten en los balcones; o en las terrazas los más afortunados; otros, muchos, tienen ganas de todo menos de cantar. Únicamente estarán a la espera de que alguien les llame para decirle que el negocio cierra definitivamente; o que no lo podrá contratar porque no puede pagarle si el negocio solo puede funcionar al 50%; y eso los que puedan. Miles de pequeños bares y tabernas en pueblos y barrios de toda España, no podrán albergar en su interior a más de dos o tres personas al mismo tiempo. Ni tan siquiera se podrá jugar al mus, o al dominó, porque no hay mesas de cuatro metros cuadrados que tengan cabida en esos locales. Tampoco de nada servirán los bancos públicos en los que los ancianos, en animada tertulia, veían pasar su vida, antes de regresar a la soledad de sus viviendas que en otros tiempos fueron sus hogares.
Nada de esto veréis reflejado en parte alguna. Solamente el lado feliz, y ficticio de la alegría de un televisivo cocinero que se pone muy contento al saber que su programa se ve mucho, y que le llaman para decirle que están aprendiendo a cocinar; aunque mañana no sepan qué es lo que van a poder echar en la olla. Quizás esas ollas, recuerden mucho  a las quijotescas de Don Miguel;
"Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda." 

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