Tras horas y horas de reuniones y conversaciones, a todos los
niveles, ha concluido la Cumbre de Paris sobre el Cambio Climático.
De las reacciones y declaraciones, de unos y otros, se concluye
que ha sido todo un éxito, y que todos los países van a cumplir lo pactado y
firmado en dicha Cumbre.
Todo parece indicar que la Ciudad de la Luz ha ejercido, una vez
más, de perfecta anfitriona, y ha logrado lo que ninguna otra había conseguido
antes.
Frente a los sonoros fracasos de las anteriores Cumbres sobre el
Cambio Climático; París, ha triunfado, como sólo Ella sabe hacerlo: a lo
grande.
Lo que parecía imposible, la capital francesa lo ha logrado.
¿Quizás ha sido la Tour Eiffel? O por el contrario el mérito es del Museo del
Louvre. Supongo que ha sido la ciudad en su conjunto quien lo ha logrado.
Los grandes mandatarios y signatarios del acuerdo, descansan ya de
las agotadoras jornadas vividas; unos en sus aviones; los más afortunados en
sus propias camas.
Este humilde escribidor, en la tranquilidad del amanecer, reflexiona
sobre lo ocurrido, y comienza a sacar conclusiones poco alentadoras para el
éxito final de tan buenos propósitos.
Mientras Obama descansa a bordo del "Air Force One", no
consigue conciliar el sueño. No es por el ruido del avión, perfectamente
insonorizado, su vigilia la provoca el Senado de su país.
Cuando los motores del avión presidencial se paren, el presidente
debe comenzar a reunirse con los líderes del Senado para explicarles lo que ha
firmado y recabar los apoyos necesarios para que su rúbrica tenga valor y
vincule a los Estados Unidos.
No es tarea fácil convencer a los representantes del Senado, que
no votan en "collera", de las bondades del acuerdo. Hay muchísimo
dinero en juego, y los Norteamericanos para los asuntos del dólar, son muy
suyos.
¿Qué ocurrirá si sus señorías del Senado rechazan el acuerdo por
dañar gravemente los intereses económicos de los Estados Unidos? La respuesta
es clara: un problema para el Clima.
En dirección a Oriente, vuelan los presidentes de China y la
India. A estos ilustres pasajeros, a diferencia de al Sr. Obama, la vigilia no
les afecta. Saben, desde el comienzo, que nada de lo firmado será aplicado en
sus países.
El lector se preguntará, por qué estoy tan seguro de ello.
Intentaré explicarme.
Durante el año 2015, la economía de China ha sufrido una
importante ralentización que ha obligado al gobierno del país a devaluar en, al
menos, dos ocasiones la moneda del país, el Yuan, para compensar la pérdida de
mercados, y poder mantener el ritmo de su producción industrial.
No es previsible que la segunda economía mundial, y el país más
contaminante del planeta, reduzca, de manera voluntaria, su producción
industrial para mitigar la emisión de gases contaminantes. Resultado: otro
problema.
La India, ha entrado, no hace mucho, en la lista de los llamados,
en términos económicos, " Países Emergentes". Usando un símil
aeronáutico ha cogido velocidad de crucero. No es tampoco previsible, que una
vez que el País, ha logrado tomar altura económica, reduzca la potencia de sus
motores y reduzca su velocidad de crucero. Conclusión: más problemas aún.
Las poblaciones de Estados Unidos (350 millones de habitantes),
China (1.250 millones de habitantes) y la India (1.100 millones de habitantes),
suman, en conjunto, aproximadamente, el 40% de la población mundial.
Si estos tres países incumplen sus compromisos ¿qué harán el resto
de países? La respuesta a la pregunta, al igual que la manzana de Newton, cae
por su propio peso.
Ojalá me equivoque; pero, no sería extraño que dentro de un tiempo
veamos a la "Mona Lisa" llorar en el Museo del Louvre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario