En estos días en que sobre Madrid "gobierna" una
"boina" de humo, y que ha concluido en Paris la Cumbre sobre "
El Cambio Climático", todos se hacen lenguas, sobre lo que debemos y no
debemos hacer para frenar el deterioro del Planeta Tierra y sus nefastas
consecuencias.
Los máximos mandatarios de todo el Orbe, han hablado, discutido,
propuesto, durante horas y horas sobre las medidas que se deben tomar para
evitar mayores males.
- Disminuir las emisiones de CO2.
- Evitar que la temperatura del planeta aumente más de dos grados.
Etc...etc.
No sé, exactamente, cuántas Cumbres de estas se han celebrado;
pero, todas han tenido un denominador común: el fracaso de las anteriores.
Tras miles de horas de conversaciones, propuestas, objetivos
marcados; nada, o casi nada, se ha conseguido.
Es por ello que en la próxima Cumbre se debería analizar la
situación y buscar las razones por las cuales nada funciona.
De poco sirve poner a los "alumnos" (los Estados)
deberes, si el "profesor" (la Cumbre) sabe de antemano que no se van
a cumplir.
Apretones de mano, fotos de familia, sonrisas a raudales; pero,
mientras se aprietan las manos y sonríen, en sus cabezas se produce un
soliloquio muy alejado de la teatralización que se lleva a efecto.
Este humilde opinador, tiene sus propias teorías sobre las causas
que impiden que se avance, de forma real y eficaz, en el objetivo de atajar el
problema.
Varias son, en mi opinión, las razones.
1.- El desarrollo y el crecimiento económico son objetivos a los
que ningún país renuncia, sea cual sea el ideario político de sus gobernantes.
Ese desarrollo y crecimiento económico, es, esencialmente, contaminante.
El triangulo que forman: producción, consumo, desecho, está unido
en sus vértices con una argamasa, casi, imposible de romper.
2.- Los habitantes del Planeta, tampoco estamos dispuestos a
renunciar a ninguna de las comodidades alcanzadas, en aras a preservar el Medio
Ambiente.
De puertas para afuera, todos hablamos de lo mal que está el Medio
Ambiente y repetimos en cada ocasión que tenemos, el nuevo término acuñado:
"Sostenible".
Nunca he entendido bien qué significa, en términos medioambientales,
tal palabra; tampoco tengo claro cómo se puede medir esa sostenibilidad; y,
mucho menos comprendo cómo se consigue esa sostenibilidad. Si una fabrica,
emite una cantidad de 100 partículas de Co2, ¿quiere
decir que otra fábrica debe dejar de emitir 100 partículas de Co2?
Parece lógico; sin embargo, ¿por qué una debe suplir los daños que otra
provoca?; no lo considero justo. Quien debe reducir la contaminación es quien
la aviva. Y aquí nos encontramos con el nudo gordiano de la cuestión.
La puesta en práctica de estas reducciones en las emisiones de
gases contaminantes, sólo puede conseguirse por dos caminos:
a) Costosísimas
inversiones en elementos estructurales que reduzcan la contaminación.
b) Disminución de
las capacidades productivas para conseguir el objetivo.
Ambas soluciones son perfectamente viables. De eso no hay duda.
Sin embargo, pocos, o ninguno, están dispuestos a soportar esos costes de
producción añadidos. Ambos remedios suponen graves quebrantos en las cuestas de
resultados de las empresas, y obligan a la reducción de puestos de trabajo por
pérdidas de ingresos. No abundan en el Planeta quienes estén dispuestos, a
medio y corto plazo, a asumir semejante coste.
3.- Sería prolijo detallar, uno a uno, todos los elementos que
dificultan la consecución del objetivo propuesto. Como corolario a todo lo
dicho pondré sobre la "mesa", quizás, el mayor de todos los inconvenientes:
el dinero y el poder; que aunque parezcan dos cosas diferentes su simbiosis es
perfecta e indisoluble.
Quienes almacenan, producen, y comercializan las principales fuentes
de energías contaminantes, nunca renunciarán a sus ingentes beneficios, por un
quítame allá un poco de Co2.
Salvando las diferencias, el problema del "Cambio Climático"
es comparable al problema de las guerras.
Cientos de conferencias y reuniones por la Paz. Millones de horas
dedicadas a hablar de Paz. Sin embargo, nadie ha dedicado ni un solo minuto, a
tratar la eliminación de las armas de guerra de todo tipo. Un negocio que cada
día, produce pingües beneficios a los países que las producen y venden.
Por lo tanto: ¿Qué hacer? En mi opinión sólo tenemos un camino:
aceptar que nuestra especie desaparecerá; lo mismo que lo han hecho millones de
especies que poblaron la Tierra en tiempos remotísimos. No es algo tan trágico.
Quizás, cuando el " Homo ¿Sapiems?" se autodestruya, la sabia Naturaleza
alumbre una nueva especie que sea, realmente, " Sapiems".
Sobre este asunto, si queréis, podéis disfrutar de un video que
habla de este tema, pinchando aqui.
El documental tiene un poco de todo: verdades, exageraciones,
tópicos; pero, en conjunto está bastante bien.
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