Es de todos sabido, en el mundo judeo cristiano, que la Biblia es el fundamento y esencia de una parte importante de la humanidad. Es la base sobre la que se sustenta nuestra cultura. En todas y cada una de sus metáforas existe un principio moral y/o norma de vida.
Tras reiteradas lecturas, no he encontrado referencia escrita al momento en que el Supremo Hacedor creó al ser portador de la verdad absoluta. Sabemos que creó al hombre y a la mujer, tras crear el Universo, la luz, y los animales; pero, no se indica en qué momento dio soplo de vida al ser portador de la verdad.
Algunos me daríais que quizás ese ser no fue creado. Una afirmación que sería cierta si no viéramos de continuo a personas que afirman ser poseedoras de la verdad; con la capacidad innata de nunca errar, y de negar a los demás la posibilidad de estar en lo cierto. Por lo tanto, si esas personas existen, y existen; Dios, en algún momento, debió crear al primero. Avanzando en la lectura me encontré con unos personajes que quizás pudieran ser el origen de la verdad y la mentira. Y ahí la cuestión comenzó a tomar un cierto viso de coherencia. Estos personajes son Caín y Abel. En ambos se encarnan los valores antagónicos del Ser Humano. Engendrados por Adan y Eva, fueron creados de formas bien diferentes. Abel, era pastor. Y se nos representa como un hombre de facciones y comportamientos dulces y delicados. Su vida transcurría serena sentado a la sombra de un árbol tocando la flauta mientras veía pacer a sus ovejas. Abel, era la bondad personificada. Sus sacrificios a Dios eran recogidos a gran satisfacción del Hacedor. El humo de sus sacrificios era blanco y limpio y se alzaba hacia los cielos sin que la más leve brisa interrumpiera su ascenso. Era, el ser perfecto. El hijo que toda madre hubiera querido tener.
Caín, por su parte era la antítesis de su hermano. Hombre rudo y tosco, de aspecto huraño y facciones severas, era agricultor. Sus tierras eran baldías por mucho esfuerzo que realizara en hacerlas fértiles y productivas. Sus súplicas al Supremo Hacedor, siempre recibían el silencio por respuesta. Sus sacrificios, no eran gratos a Dios; y el humo de sus sacramentos era negro, y los vientos huracanados no le dejaban ascender para llegar a las estancias de aquel.
Por mucho que hacía, nada lograba. La envidia le cegó y dio muerte a su hermano. Dicen los textos sagrados que aquel fue el primer crimen de la Humanidad. Y de ese acto los hombres se dividieron en :buenos y malos.
No se tiene constancia de que Abel tuviera descendencia; teoría que en los tiempos que corren algunos tratan de desmentir. Este desmentido llega por vía de exclusión. Siguiendo el relato bíblico, todos somos descendientes de Caín, y por ello, malos por naturaleza. Sin embargo, algunos afirman, con rotundidad, que ellos no son como los demás; que los valores naturales que les acompañan: bondad, solidaridad, portadores de la verdad, demuestran a las claras, que no son descendientes del malvado Caín. Lo que lleva a concluir que, aunque las Sagradas Escrituras no lo recojan, Abel, sií tuvo descendencia; poca, pero escogida. En ellos el Dios creador depositó todos los valores positivos, que en Caín era negativos y de los que los descendientes de este carecen.
Son estos vástagos de Abel, quienes tomaron la antorcha de Cristo, y proclaman que ellos son "El Camino, la Verdad y la vida". Nadie salvo ellos, puede acceder al camino de la verdad. Los descendientes de Caín vagan por la faz de la Tierra, incapaces de encontrar el Camino que conduce a la Verdad.
Por suerte para los hombres del siglo XXI, las Sagradas Escrituras, no son más que un recopilatorio más o menos cierto, de los pensamientos generados por el Hombre a lo largo de muchos siglos. Un enlazamiento metafórico, de poca solidez científica. De pensar lo contrario, los descendientes de Abel, tendrían razón.
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