De todos es sabido que una de los mayores nichos de corrupción se encuentra en la denominada Obra Pública. Administraciones, empresas, contratas, subcontratas, reformados, y un largo etc. forman el elenco de actores de esa gran comedia de las corruptelas.
La Contratación Pública, que no tiene nada de contratación ni tampoco de pública, es el comienzo de la inmensa "merienda de negros" en la que se "meriendan" los dineros de los ciudadanos.
En la mayoría de los casos, pocos son conscientes de la rapiña que rodea a las obras públicas, salvo que se lo pongan encima de la mesa.
El origen del problema está en el propio Sistema; un Sistema que se entrega en cuerpo y alma a las empresas licitadoras y adjudicatarias. Existe todo un Vademécum de tropelías que se cometen antes, mientras y después de las adjudicaciones.
El "truco" es muy viejo. Concursas con las llamadas "bajas temerarias" (en teoría estas bajas ya no se aceptan; pero solo en teoría); es decir, ofrecerte a hacer una obra determinada a un coste muy por debajo de lo que marca cualquier estudio económico sensato.
¿Cómo se llega a solventar esto? Muy sencillo. Una vez que la obra en cuestión es adjudicada, por lo general a una empresa "amiga", las partidas presupuestarias iniciales se modifican con los llamados " reformados". Los reformados son el "cajón de sastre" en los que cabe todo. Como esos reformados no salen a licitación pública, el equilibrio económico se consigue, y todos contentos.
La manera de evitar esta sangría económica, no es difícil; siempre, claro está, que se quiera terminar con ella.
La formula no es mágica, es, únicamente, sensata.
La Obra Pública debe ser acometida, financiada, y controlada por las Administraciones. Su Gestión nunca debe salir del ámbito de ellas. Cualquier Administración Pública tiene funcionarios suficientemente capacitados para realizarlo. Y de no tenerlos, es esa misma Administración la encargada de contratar los recursos pertinentes para su desarrollo.
Usando un termino urbanístico; las Obras Públicas deben ser realizadas mediante la figura de la "Auto promoción". Con esta manera de acometer un proyecto, el promotor controla todo lo relativo a la obra.
En el caso de la Administración el asunto es mucho más sencillo. Desde la adquisición de materiales hasta la contratación de la mano de obra, la realiza ella misma; sin intermediarios, ni intereses ajenos de ningún tipo.
Es evidente que como toda obra en la que interviene el Hombre, eliminar la corrupción en su totalidad, es imposible; pero, estoy convencido de que se reduciría de manera significativa, Y junto con ella, los costes económicos, y por ello, el esfuerzo de los ciudadanos se vería sustancialmente aminorado.
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