Hace unos pocos días, publique en mi Blog un comentario sobre los
"Ismos"; en él los califiqué conceptualmente como caracterizados por
su esencia excluyente.
Toda Época histórica produce sus propios "Ismos",
resultado de movimientos sociales, políticos o económicos. La época que nos ha
tocado vivir no ha sido ajena a esta tendencia, y ha acuñado sus propios
"Ismos". Unos han calado con más profundidad que otros; pero, todos
han vivido sus tiempos de Gloria.
Muchos de los nuevos "Ismos", nacen no como principio y
valoración de algo, sino como hecho antagónico a otros. Uno de ellos es el
denominado "Machismo"; un "Ismo" confuso en su concepto,
pero claro en su fin. Es lo antagónico al "Feminismo".
Lo que diferencia este "Ismo" de otros, es su origen. El
denominado "Machismo" no nace de forma autónoma, lo hace desde el
"Feminismo".
Esta significación, también de dudosa definición, precisaba para
su perfeccionamiento un "alter ego" negativo; y así, desde el
"Feminismo" se da vida al "Machismo".
Como en muchas ocasiones de la vida ocurre, el "hijo"
supera al "padre" (en este caso a la madre); y las cuestiones
relativas al denominado "Feminismo" son tratadas por su contrapuesto,
el "Machismo".
La RAE define el Machismo como:"Actitud o manera de pensar de
quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer." Una
definición concreta y precisa que acota mucho la conceptualización del
"Ismo".
A nadie se le escapa, que el recorrido social de esta definición
en el siglo XXI, en la sociedad española, tiene un camino muy corto. Pocos
hombres y mujeres, consideran que el hombre, por naturaleza, es superior a la
mujer.
Y es aquí donde a las creadoras y/o creadores del
"Machismo" se les fue el invento al suelo. Sobre la definición de la
RAE, a pocos españoles se les podía aplicar ese apelativo despectivo; razón por
lo que había que ampliar su ámbito de aplicación en el plano social.
Y la ampliación tomó carta de naturaleza, y de qué manera.
Un principio, casi legal, se impuso. La mujer no podía ser objeto
de crítica en ningún ámbito, sin que al crítico se le colgara el Sambenito de
" Machista".
El concepto tomó tanta fuerza, que en una confrontación, de
cualquier tipo, hombre/mujer, aquel perdió el derecho a la presunción de
inocencia. El Ordenamiento Jurídico, a rebufo de este movimiento social, se
revolvió como un calcetín, y conculcó derechos fundamentales que todo acusado
tiene, independientemente de su sexo.
Desde esta posición, la mujer ha dejado de ser una persona para
convertirse en un "objeto sagrado de culto", al que sólo se puede
adorar, ensalzar, y proteger hasta el ridículo.
Una de las Leyes más ridículas, que debería avergonzar al llamado
"bello sexo", es la conocida como " Ley de Paridad". Una
Ley que obliga a que todo puesto, premio, cargo, trabajo,...etc. deba tener
OBLIGATORIAMENTE una paridad. Es irrelevante que la persona designada sea apta
o no para el puesto, cargo, o premio; se le pone por el hecho de ser mujer.
Dudo mucho que a ninguna mujer, que no sea una advenediza, le
produzca satisfacción que le premien, en el sentido que sea, por el hecho de
ser mujer, y no por los valores o conocimientos que como persona tiene.
Pero, ya lo dijo el torero Rafael “El Gallo”: “hay gente pa to.”
Incluso que haya a quienes les guste ganar la igualdad, gracias a la
desigualdad.
¿Qué se ha conseguido? En mi opinión que personas como yo, que sin
serlo, somos tildados de “machistas” tengamos que escribir estas cosas, por el
regusto amargo que nos queda de ser tratados como lo que no somos.
En una visión más amplia, nada relevante se ha logrado. Es más,
los repuntes de eso que se ha dado en llamar “machismo” se dan en edades más
tempranas, y con formas mucho más virulentas que el “piropo” lanzado desde lo
alto de un andamio, o a pie de calle.
El llamado “feminismo” que lucha por la igualdad, algo loable,
debe asumir que entre iguales, no hay diferencias de trato, ni deferencias con
el igual.
La igualdad es eso: la no diferenciación por ningún concepto;
porque de lo contrario es una igualdad desigual, incompatible con la igualdad.
Ni que decir tiene, que muchos de los que hayáis leído esta
entrada, ya me habréis colgado el Sambenito. Soy consciente de ello; pero, me
es igual. Yo sé lo que soy. Lo que otros opinen de mí, hace mucho tiempo que
dejó de importarme. Alguna ventaja tendría que tener por ser viejo.
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