miércoles, 28 de marzo de 2018

LOS CREDULOS


La credulidad, real o fingida, de algunas personas, es asombrosa.
Las segundas, no merecen la pena considerarlas; sin embargo, las primeras sí merecen mi atención. Es por ello que analizaré una de las múltiples “Leyendas urbanas” que nacen de esa credulidad.
Alguien me escribió (cita textual):
-          Con nuestros años no sabemos que se han dado títulos universitarios sólo con matricularse?
Quien esto me escribió, no hizo otra cosa que ser el eco de esa “Leyenda urbana”.
Esta cita, que no es nueva, recorre estos días, por razones que todos sabéis, las Redes Sociales. Siendo sorprendente la facilidad con la que se compra la “mercancía”.
Con un somero análisis, usando la lógica más elemental, este tipo de afirmaciones axiomáticas se caen por su propio peso.
No soy tan ingenuo como para pensar que en determinadas circunstancias, a ciertas personas, por los más diversos motivos se les ha dado un trato de favor. Esta afirmación es tan cierta como que yo recibí, en su momento, un trato de favor. Veamos los hechos, tal y como se produjeron.
El último año de mi carrera universitaria, y a la vista de los resultados obtenidos a lo largo de cinco años, mis previsiones eran culminar mis estudios en ese curso académico. Esta razón me llevó a no solicitar la correspondiente prorroga para realizar el servicio militar. Fui “sorteado”, y el destino me deparó que debía realizarlo en las Islas Canarias.
Ese mismo destino quiso que mis previsiones no se cumplieran, y no pude superar el examen de dos asignaturas. Eso significaba que la finalización de mis estudios se retrasaría, al menos, dos años.
Era imprescindible tomar una decisión, y la tomé: hablar con los profesores.
A ambos les conté mi situación, y ninguno de ellos puso reparo en aceptar mi petición. La pretensión fue que, puesto que mi incorporación al ejército debía ser en el mes de enero, me realizaran el examen correspondiente a la convocatoria extraordinaria de febrero en el mes de noviembre del año anterior.
Su respuesta, fue idéntica en ambos casos:
-          Conforme. Pero, debe usted saber (entonces el tutueo en la Universidad no se llevaba) que, sea cual sea el resultado del examen, significará que ha usado la convocatoria.
El trato de favor llegó hasta ahí. Ni un paso más dieron.
Tampoco soy tan ingenuo como para no saber que en la Universidad existen tratos de favor de mucho mayor alcance; pero, hasta estos tienen sus límites.
Se puede hacer prevaricar a un tribunal al completo. Entre varios candidatos, la balanza puede ser inclinada a favor del recomendado; sin embargo, nadie puede eludir el examen.
¿Es posible conseguir un título de licenciado con sólo matricularse? Si. ¿Es probable? Muy poco probable.
Sigamos con mi propio caso, e imaginemos que yo pretendiera extender aquel trato de favor hasta el extremo de lograr mi titulación con sólo matricularme. Analicemos.
Dato primero: Cuando inicié mis estudios tenía por delante cinco cursos académicos con una media de seis asignaturas por curso. Lo que hacía que debía de enfrentarme, para lograr el título, a unas treinta asignaturas.
Datos dos: Esas treinta asignaturas eran impartidas por catedráticos, profesores adjuntos, y PNN (Profesor, No Numerario) lo que hacía que más de una treintena de profesores se encargaran de mi enseñanza y evaluación.
Con estos dos simples datos, veamos si era probable que yo consiguiera mi título con sólo matricularme.
Para conseguir ese objetivo debía lograr que, treinta profesores prevaricaran en su totalidad; y que lo hicieran a lo largo de cinco cursos académicos.
Qué manera hay de obtener semejante coincidencia. La respuesta, que ya habréis averiguado, es muy sencilla: no se puede.
Podría haber conseguido la prevaricación de uno, de dos, de hasta tres catedráticos; pero, aún me quedarían veintisiete asignaturas que superar.
Lograr que tres profesores prevariquen en tu favor, jugándose su puesto de trabajo, su buen nombre, y prestigio de cátedra, ya resulta complicado; conseguirlo de más de treinta profesores es, casi, imposible, y de todo punto improbable.
Llegar a estas sencillas conclusiones no es difícil, ¿verdad? Con tan simple análisis, las Leyendas Urbanas dejarían de existir de inmediato.
Sin embargo, estas sobreviven en el tiempo ¿Por qué?... Porque hay crédulos reales, y otros que quieren creer.
En este estercolero que son las Redes Sociales, hay que entrar enfundados en el impermeable traje de la lógica. Si no lo haces, corres el riesgo de “intoxicarte”.

4 comentarios:

  1. Dentro de mi desconocimiento, pienso que existe una persona que, dentro del trámite administrativo de una Facultad, es la encargada para tramitar el SÍ o el NO de la emisión del título académico. Si es así, pan comido.
    Fernando.

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  2. Un titulo académico sin el respaldo de un certificado de estudios en el que consten las asignaturas aprobadas; la fecha en la que cada asignatura ha sido aprobada, y la nota. Todo ello debe ser firmado por el Secretario de la Facultad, con el VºBª del decano. No es solo es el que da a una tecla. El expediente electrónico, no tiene ningún valor, sin una certificación que lo acompañe. Posible falsificarlo todo, claro; pero bastante dificultoso. Eso que colgamos en la pared, y que lucimos orgullosos, no es más que un adorno. Lo que realmente es valido, el la certificación. Un saludo

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  3. No puedo evitar añadir algo, aunque sea con prisas. Yo fui un afectado por un error administrativo que a punto estuvo de impedir que terminase mi carrera. Un error de transcripción de las actas a las notas hizo que en una de ellas, troncal, figurase como suspenso. Como yo no me consideraba una lumbrera en aquella asignatura lo acepté con resignación. Cuando el cátedro me vio, al principio del curso siguiente asistir a sus clase se extrañó y me llamó aparte. Me había calificado con un Notable, algo insólito para mí. Me acompaño a la secretaría y solicitó la rectificación de la nota. Pues bien, no fue nada fácil; él llevó personalmente todos los trámites (recuperación del examen, cotejo de la calificación que figuraba, papeleo y por fin... se libró de mí; y yo de repetir curso. Y era el curso 1966/1967. O sea, que lo de la Sra. Cifuentes no parece muy verosímil.

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  4. Como en todo en la vida, cometer un fraude, es posible. Un error igualmente. Pero el fraude implica que muchas personas estén en el "ajo". Treinta profesores, como poco, falsificando actas durante cinco años, son muchos profesores. Gracias por tu comentario. Un saludo.

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