sábado, 30 de diciembre de 2017

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Es el número de mujeres muertas en España hasta hoy, día 30 de diciembre de 2017, por lo que se ha dado en llamar “Violencia de Genero” o “Violencia machista”, una adjetivación que trata de sacarla del contexto general de violencia que nos envuelve.
En mi opinión la violencia no es adjetivable; es pura y simple violencia.
Más allá de la denominación que se le dé, algo que es irrelevante, lo cierto es que existe, y nadie sabe cómo terminar con ella.
A pesar de todas las medidas judiciales, sociales, y de concienciación, lo indiscutible es que poco o nada se avanza; por no decir que cada año se retrocede.
Muchos han sido aquellos que han ofrecido una visión, desde mi punto de vista simplista, sobre el origen de esta escalada de violencia, atribuyéndola al denominado “Machismo”. En mi opinión la raíz de este problema es mucho más profunda y compleja, que una simple palabra, que pocos o nadie concreta.
Sería una osadía por mi parte tratar de exponer en unas pocas líneas, lo que considero es una de las fuentes, porque no hay una sola, de donde emana este tipo de violencia.
Sin embargo, unas pocas consideraciones sí pueden servirnos para, al menos, reflexionar sobre este penoso asunto.
Cuando nos encontramos ante cualquier problema hay que hacerse una pregunta, y buscar los distingos.
¿Por qué se ha disparado de manera tan desmesurada este tipo de violencia? Esa es la pregunta.
Los distingos, precisan realizar un estado de comparación entre dos situaciones prexistentes, para determinar dónde se encuentran las diferencias, que pudieran ser el origen del problema.
Comencemos por intentar buscar los distingos.
El primero que yo encuentro es el cambio producido en el papel social de la mujer, que ha supuesto un importante cambio de roles en su vida cotidiana.
Un segundo distingo lo podemos encontrar en el importante fenómeno de multiculturalidad que se ha producido en España en las relaciones de pareja.
Un tercer distingo puede parecer no serlo, y resultar paradójico; pero, veremos que no lo es tanto. Este no es otro, que la diferente velocidad con la que los cambios Culturales penetran en las mentes de las personas.
El primero de los distingos se explica por si sólo, y no creo que haya muchas personas que lo nieguen. Habrá discrepancia sobre si ese cambio es suficiente o no; pero, el cambio ha existido.
Los otros dos distingos, deben analizarse de forma conjunta pues su concatenación me parece evidente.
La multiculturalidad implica, en muchos casos, un choque frontal de dos Culturas, cuyas esencias no van parejas a los cambios sociales ocurridos en rol de la mujer.
El Grupo Cultural al que se pertenece es el “guardián” y el “garante” de sus usos y costumbre. Unos usos y costumbres en los que los papeles de hombres y mujeres se encuentran perfectamente marcados; otorgando, en algunos de ellos, al hombre una primacía de dominio sobre la mujer.
Esta prelación es, en muchos Grupos Sociales, incuestionable; pues considera al hombre como bastión, y sostén del clan.
Si en las relaciones hombre mujer, esa superioridad es puesta en cuestión, el Grupo desencadena sus mecanismos de autodefensa para que las cosas vayan por el camino que las costumbres marcan. Uno de esos mecanismos es la presión al hombre para que imponga su papel, de la manera que sea; incluso usando la fuerza si ello fuera preciso.
El hombre se encuentra, en muchas ocasiones, ante la disyuntiva de ser rechazado por el Grupo, o seguir integrado en él.
Esta presión del Clan, en no pocas ocasiones, es impulsada por las propias mujeres que forman parte de él, madres principalmente; que no aceptan que su hijo sea tachado en el grupo como cobarde o calzonazos.
Una expresión define lo que en muchos Grupos Sociales se presenta como lo que se espera de un varón:
-          Pórtate como un hombre.
En estas cuatro palabras, se encierra toda una manera de entender la vida. Algo que no es tan infrecuente como muchos creen, o como nos gustaría.
Cuando decimos:
-          Tienen que aceptar nuestra forma de vida.
Es más sencillo decirlo que hacerlo.
Pensar que las raíces culturales de un Grupo Social se pueden cambiar a golpe de Leyes, es no saber demasiado sobre las esencias de los Pueblos.

Mucho más podría decir; sin embargo, creo que con estas pinceladas tenemos un principio para reflexionar sobre este problema de nuestra Sociedad, que parece no querernos abandonar.

sábado, 16 de diciembre de 2017

ELLOS

He leído unas declaraciones atribuidas al filósofo Noam Chomsky de cuya existencia, he de reconocer que era ignorante.
En estas declaraciones afirma:
- “Ellos entendieron que era más sencillo crear consumidores que someter a esclavos”.
Cuando usa el término “ellos” se refiere a “La industria de las relaciones públicas, la industria de la publicidad” cuya función es la “creación de consumidores”.
Mi visión es la siguiente, y os la expongo.
Mi primera discrepancia es con la afirmación de que las empresas de publicidad crean consumidores.
El consumidor existe desde que el hombre tuvo necesidad de comer, y de vestirse. Buscando entre los miembros de la comunidad, aquellos que poseían los artículos que le eran necesarios para alimentarse y protegerse de las inclemencias del tiempo.
La evolución del Hombre le llevó a organizar las necesidades de los miembros de una colectividad, creando los Mercados, y el Trueque.
En estos centros de intercambio nació la Publicidad. Una Publicidad que en pleno siglo XXI, aún se practica.
Quienes en los denominados “Mercadillos”, ofrecen a gritos sus productos, no están haciendo otra cosa, que publicitarse; igual que hacían nuestros ancestros.
El crecimiento de los grupos sociales, y la aparición de determinadas industrias artesanales; puso al alcance del individuo artículos que no están elaborados para cubrir las necesidades básicas.
Junto al trueque de mercancías de alimento y vestido; comenzaron a incorporarse artículos fabricados para el ornato de las personas, y para facilitar la vida de los hogares.
Pronto, en términos históricos, comenzaron a surgir las “Modas”, principalmente en los atuendos de los individuos.
La manera de vestir se convirtió en un elemento diferenciador respecto al resto de individuos de la Comunidad.
Si de la civilización occidental hablamos, la llegada de las mercancías de allende los mares desató la necesidad de estar a la “Moda”. Quienes vestían de seda; quienes tomaban café; quienes aspiraban polvo de rapé.
Por lograr conseguir estar a la “última” se disputaban las más innovadoras mercancías por las que se pagaban enormes sumas de dinero.
Este espíritu de consumo; y esa necesidad de diferenciarse de los demás; no era algo exclusivo de las clases más poderosas. Bajando en la escala social, el fenómeno era exactamente el mismo. El único elemento diferenciador era el tipo de mercancías que se adquirían.
Únicamente los estratos sociales más desfavorecidos, no lograban acceder a esos productos; pero, no porque no tuvieran tendencia a adquirirlos; sino porque en sus bolsillos no circulaba el dinero.
Con esto concluyo mi argumentación para razonar el porqué digo que las empresas de publicidad no han creado consumidores.
El señor Chomsky deja intuir en sus palabras que el consumo en sí mismo es algo malo, y que por él el individuo ha pasado a ser un ser alienado, sin capacidad de raciocinio.
Es cierto que las campañas publicitarias tienen el objetivo claro de “crear” una necesidad en quienes la reciben; pero, no es menos cierto que el individuo es libre de asumir ese mensaje como una necesidad, o no hacerlo.
Quienes vivimos en Sociedad tenemos internalizadas una serie de pautas que el Grupo dicta; pautas de muy amplio espectro, y que de no aceptarlas el conjunto social te rechaza.
Este comportamiento del Grupo marca la forma de vida de cada persona. Sin embargo, nadie está obligado a seguir el comportamiento general.
Miles de ejemplo se podrían detallar sobre la influencia social que desde la noche tiempos tiene el Grupo sobre el miembro, sin que aún se hubiera, ni siquiera pensado en la Publicidad como elemento dinamizador de un Mercado.
El matrimonio es, posiblemente, el ejemplo más claro del consumo innecesario.
Porque ¿es necesario comprar abalorios de todo tipo para engalanar a los desposados? Rotundamente: NO.
Sin embargo, desde Laponia a la Tierra del Fuego, no hay grupo social que, desde la más remota época, no haya “Tirado la casa por la ventana” para que los novios luzcan lo más radiantes posible.
Demonizar, como lo hace el sr. Chomsky, a publicistas y consumidores, no me parece que sea una postura coherente.

Enlace: https://muhimu.es/economia/entendieron-mas-sencillo-crear-consumidores-someter-esclavos-chomsky/


lunes, 4 de diciembre de 2017

EUROPA

Europa, denominada, no sin razón, la “vieja Europa”, están dando muestras, hace ya tiempo, de una senectud bastante decrépita, que se traduce en comportamientos propios de las personas muy longevas.
Europa, se encuentra en un momento histórico en el que parece habérsele agotado su capacidad de desarrollo y evolución intelectual.
La vejez, no sólo física, sino intelectual se ha incrustado en sus habitantes, jóvenes incluidos.
Desde el final de Segunda Guerra Mundial, el horizonte más prosaico se adueñó de ella, con la excepción de un episodio corto en el tiempo como fue la Revolución en Francia de mayo de 1968. Aquel soplo de aire fresco, que entró en las mentes de los europeos, no duró demasiado. Pronto aquellos ideales de jóvenes inquietos cayeron en el olvido, dando paso a una juventud apática y desinteresada por todo lo que no sea el placer, el disfrute, y la comodidad en el vivir.
Instalada en eso que se ha dado en llamar “Estado del bienestar”, los valores morales e intelectuales no tienen cabida en su diario devenir.
No existe en Europa un movimiento intelectual digno de llevar ese nombre, y que sea capaz de hacer despertar de su letargo al conjunto social, principalmente la juventud.
Ni siquiera el aspecto que tradicionalmente ha sido el más beligerante, en despertar las conciencias, como es el político, es capaz de ilusionarnos.
Desencantados por todo aquello que nos rodea, hemos tirado la toalla de nuestras ambiciones intelectuales, y nos dejamos llevar por las corrientes del siglo. Unas corrientes que nos mueven al dictado de intereses económicos y políticos que únicamente persiguen perpetuar un sistema económico y social que nos embrutece cada día más.
La perdida casi absoluta de valores morales de buena parte de la Sociedad europea, determina la insatisfacción, y la decepción interior de muchos; lo que lleva a algunos a caer en las redes de aquellos que proporcionan una manera de entender la vida una manera diferente, por disparatada que esta sea.
Por su propia naturaleza, el individuo busca algo más que el placer de lo físico y material; una búsqueda que en pocas ocasiones encuentra y logra resultados.
Es de todos conocido el papel histórico que, como forjador de nuevas ideas y pensamientos, ha tenido la Universidad; un papel que en este siglo XXI brilla por su ausencia.
Sólo unos pocos advenedizos, que se han apoderado de la libertad de pensamiento del mundo universitario, pescan en ese rio revuelto que son las aulas de los Campus; presentando como movimientos de cambio social, lo que no es más que un medio para procurar su medro personal, con fines muy alejados de lo que es el verdadero “Cambio Social”.
Los ciudadanos europeos, y sus autoridades, se encuentran sorprendidos por la facilidad con la que se propagan determinadas ideas religiosas, y lo sencillo que resulta inculcar en las mentes determinados conceptos excluyentes, y desarrollar, en cuestión de pocos meses, ideas de destrucción y muerte.
Encapsulados en nuestro mundo de bienestar, no somos consciente de lo que ocurre a nuestro alrededor. Unos aledaños en los que se fragua día a día la lenta muerte de la vieja Europa.
El intelecto en su más amplia dimensión y definición está siendo, poco a poco, anulado, en favor de aquello que nos evita pensar por nosotros mismos, y nos deleita con una satisfacción material intensa, pero efímera.
Sin que nadie quiera, o pueda, cambiar esa tendencia, el ciudadano se hace cada día más individualista; se encierra en su mundo, muchas veces sólo virtual, y deja de mirar en derredor suyo para conocer a los demás, y enriquecerse con sus conocimientos.
Se abandonó la Escuela como lugar de formación integral de las personas. Los hogares, viven situaciones demasiado complicadas para prestar atención a la formación de los hijos; y las familias, cada vez más desestructuradas, y volcadas en el trabajo, son poco más que simulacros de tal.
Los individuos que formamos la Sociedad europea gozamos, en general, de una salud corporal bastante aceptable; sin embargo, en lo que se refiere a nuestra salud intelectual, la situación no es tan halagüeña.

domingo, 19 de noviembre de 2017

VIAJAR

En alguna ocasión he dicho que prefiero usar la expresión “viajar” a la que dice “hacer turismo”.
Puede parecer lo mismo, pero es algo diferente.
He pasado unos días viajando por la Toscana, en Italia. Viaje del que he sacado algunas conclusiones que pretendo trasladaros.
La primera es una deducción que obtengo en todos los viajes que realizo: Cualquier lugar del mundo tiene su encanto. Únicamente hay que saber mirar, y no sólo ver.
La segunda, es también reiterativa: Europa es, espectacular. Su riqueza, de todo tipo, es incalculable.
Una tercera conclusión, está ya concreta, es que Florencia me ha permitido contemplar la perfección, de la perfección.
Muchos de vosotros, es muy probable que hayáis visitado la ciudad de los Medicci, y por ello, quizás estéis de acuerdo conmigo.
Para plasmar físicamente la palabra Perfección existe una escultura denominada “El David”.
Lego en las artes escultóricas, me guio por mis sensaciones, y mi imaginación vuela hacia un hombre, una época, y bloque de mármol “maldito” por no se sabe qué malos hados.
Hombre, cincel, y mármol, frente a frente. No cabe la posibilidad del error; ni siquiera en su mínima expresión. No hay cuartilla, ni lienzo para sustituir en el caso de un pequeño golpe mal dado. Un gramo de fuerza aplicado de más daría al traste, de nuevo, con el maligno bloque.
Pero el cincel no se encuentra en manos de cualquiera; lo sostienen los dedos de Miguel Ángel.
Durante dos años, nuestro hombre, va dando forma a la representación humana más perfecta que ningún ser humano ha realizado. Si esos cinco metros de mármol hablaran, quizás no nos sorprenderíamos.
Como cuarta conclusión obtuve que existe una pequeña Tratoria llamada “Antica Trattoria “da Tito” “ que es el exponente fiel de que gente amable, alegre, y cordial se puede encontrar en los más recónditos lugares del Planeta.
Nada más entrar en ella, se puede sentir que aquel es un lugar en el que poder disfrutar en el sentido más amplio de la palabra.
Todo el mundo está de buen humor, clientes, dueño, y empleados.
Como en casi todos los lugares a los que vamos quienes los idiomas no son nuestro fuerte, el problema llega con la carta. ¿Qué es esto; qué ingrediente es aquel? Y se ha de recurrir al empleado para intentar averiguar qué comeremos.
El desconocimiento del idioma es mutuo. No hay problema.
-          “Un momento, mi marido habla un poco el español.”
Aparece un orondo caballero que nos allana el camino, y podemos disfrutar de unos ricos espaguetis a la boloñesa.
Pero ¿qué ocurre a nuestro alrededor? Pues, ocurre que clientes y empleados, hacen una ruidosa sobremesa, en la que no faltan las risas de todos.
Y le dije a mi mujer, antes de levantarnos tras degustar una copita de Limonchelo, cortesía de la casa:
-          Este lugar bien podría ser un bodegón de la calle Sierpes en Sevilla.
La quinta conclusión, y penúltima fue la que casi todos los que viajamos, e incluso los que no, hemos sacado en alguna ocasión: Japón, son dos países; uno lo forman quienes habitan en el lejano oriente, y otro aquellos que se encuentran dando vueltas por el mundo.
¿Alguien se ha parado a contar el número de japoneses que se encuentran de viaje de manera permanente?
No existe lugar, por recóndito que sea, en que no se halle un ciudadano del Imperio del Sol Naciente.
La última conclusión, realmente no es tal. Pues no es algo que sea resultado de un análisis previo. Es, más bien, la constatación de un hecho irrefutable. No hay hombre, mujer o niño, sea cual sea su nacionalidad, raza, credo; estado físico o mental, que no sea esclavo de un teléfono móvil.
No importa el lugar en el que nos encontremos, desde las criptas de los templos, hasta las salas de espera de los transportes públicos; el Hombre vive pendiente de las cinco pulgadas de la pantalla de un celular.

Es el contraste del Tiempo. Una mano suave y sensible cincelaba la piedra con pequeños golpes en el Renacimiento; y siglos después, otras delicadas manos dan pequeños golpes sobre las pantallas de un móvil.

sábado, 11 de noviembre de 2017

LA TIMOCRACIA

Los pensadores más profundos que ha dado la Historia de la Humanidad estuvieron ubicados en la Antigua Grecia.
Es en ella dónde se encuentra la cuna del estudio de las más diversas formas de gobierno de las sociedades organizadas.
Una de las primeras formas de gobierno que se implantó fue la “Timocracia”. Un sistema de gobierno basado en el ímpetu y en la fogosidad de los que detentaban el poder.
Valores como el Honor, eran determinantes en la forma de entender la administración de la Cosa Pública.
Sus principios nacían desde el alma, más que desde la racionalidad. Es lo que en palabras de hoy sería “gobernar con las entrañas”.
La Timocracia fue un sistema efímero, superado por otros más duraderos en el tiempo como la “Oligarquía” o “la Democracia”.
Hoy en España podríamos afirmar, aún a riesgo de no ser entendido, que ha surgido en nuestra Organización Social, una “Neo Timocracia”.
Las derivas de determinados gobernantes parecen demostrarlo.
Viejos conceptos como el Honor, la Honra, han resurgido con fuerza, y son base y fundamento de las actuaciones de muchos de los gobernantes. Actuaciones que no están basadas en la racionalidad, y ni en buscar lo mejor para todos.
Predomina en estos gobernantes una forma de ruptura social basada en “Quien no está conmigo, está contra mí”.
El concepto de Honor en el que se basaban los antiguos griegos, y que era un valor en positivo, ha sido prostituido, convirtiéndolo en un valor negativo, y excluyente.
Un papel importante en este renacimiento de la Timocracia, lo están teniendo las que podríamos denominar “Oligarquías decadentes”.
Estas han maniobrado con sabiduría para que el Pueblo se haya puesto en manos de los demagogos, que tras un periodo de aparente actitud redistributiva se vuelve con contra ese Pueblo para perpetuar su poder personal, buscando alianzas con esas “Oligarquías decadentes”.
Se entablan enfrentamientos para desviar la atención y las energías de los ciudadanos con el finde que no les exijan explicaciones de su nefasta gestión interna. Es el momento en el que nace una forma de gobierno que todos creíamos superada: “La tiranía”.
¿Cómo se explica esto? Vayamos a los pensadores griegos.
Así se expresa Platón respecto al comportamiento del “Hombre democrático”.
- “Vive al día. El primer deseo que se presenta es el primero que satisface.
Hoy tiene deseos de embriagar entre canciones báquicas, ya mañana ayunará y no beberá más que agua. Tan pronto se ejercita en la gimnasia como está ocioso y sin cuidarse de nada. Algunas veces es filósofo, las más es hombre de estado. Sube a la tribuna, habla y obra sin saber lo que dice ni lo que hace……
En una palabra, en su conducta no hay nada fijo, nada arreglado; y llama a la vida que pasa, vida libre y agradable, vida dichosa.”
Estas palabras, escritas hace más de dos mil años, son de una preclaridad que asusta.
El filósofo no es sabio porque sabe. El filósofo es sabio porque conoce la condición del Hombre, y es capaz de proyectar ese conocimiento en palabras, y escritos, que transcienden al tiempo.
Ayer comentaba un escrito de un amigo, en el que yo negaba la existencia de la Democracia.
El hombre de este siglo XXI cree que es un “Hombre democrático”. Y lo es, pero en los términos en los que el filósofo griego lo definió, trescientos años antes de Cristo.

El exterior ha cambiado; sin embargo, su interior es exactamente el mismo que el de aquellos peripatéticos que vivieron en la antigüedad.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LAS SOMBRAS

Platón abre el libro VII de la “República” con el que es, quizás, el más célebre de sus relatos: “El Mito de la caverna”.
Esta fábula, con más de dos mil años de antigüedad, es considerada como el paradigma de la denominada “Teoría de las formas”.
En él, el filósofo griego nos plantea la dicotomía entre el mundo real, y el mundo de las ideas.
Aquellos hombres que desde niños estaban encadenados de forma que sólo podían mirar hacia el frente, únicamente percibían las sombras que la luz de una hoguera reflejaba en la pared de la cueva en la que se encontraban.
Tras ellos, y por encima de un muro, otros hombres, mueven objetos que representan figuras de todo tipo; unas que hablan, y otras no.
El maestro se pregunta: ¿Pueden los hombres prisioneros haber visto otra cosa, sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la pared que está frente a ellos?
La respuesta, no deja lugar a dudas. No podrían.
Si los prisioneros hablan entre ellos ¿Cuáles considerarían que son los objetos reales? Obviamente las sombras.
Si los cautivos fueran liberados, y se encontraran con el mundo real, ¿qué considerarían cómo elementos reales: ¿lo real, o las sombras que proyectan? Es lógico que, para ellos, la realidad no fuera otra que las sombras que se trazan. Es la idea lo que tienen por lo real.
La alegoría que Platón reseñó en su “República” hace casi 2.500 años, no ha cambiado ni un ápice en su plasmación, veinticinco siglos después.
Prisioneros de nosotros mismos; incapaces de poder mirar hacia otro lado que no sea hacia el frente; únicamente contemplamos las “sombras” de los objetos que nos rodean.
Las ideas que se forjan en nuestras mentes, con apariencia de realidad, no son otra cosa que las figuras y objetos que alguien mueve a su antojo para que aceptemos una realidad que no es tal.
Nuestra “caverna”, es el mundo que nos rodea; nuestras cadenas, la Sociedad que nos envuelve; nuestra realidad… pura ficción ideal.
Cada uno de nosotros se encuentra encadenado desde su nacimiento al yugo que le subyuga. Las cadenas que nos impiden ver la realidad oprimen nuestras gargantas como invisible dogal, y un mundo de sombras se erige ante nosotros. Formas, que se transforman con el tiempo en nuestra realidad; de las cuales es muy complicado desprenderse, y poder aceptar como real lo que, para nosotros, son solo ideas forjadas en nuestras mentes.
El moderno “Mito de la caverna”, -el hombre de este siglo es protagonista inconsciente de esa alegoría-, hoy la podemos denominar “adoctrinamiento”.
Desde la Escuela se proyectan a las mentes de las personas un mundo de formas elaboradas según la percepción que de la realidad se quiere que tenga el individuo. Un individuo que “solo puede mirar al frente” porque fuertes cadenas le obligan a ello.
En nuestra tierra española, la fantasmagoría de las formas es diversa, y adaptada a los deseos de aquellos que mueven los objetos que se reflejan en la pared.
Las “sombras” que se presentan ante los ojos de los individuos, se definen como realidades que no admiten duda. Unas formas, se dan como buenas; otras formas, se aceptan como malas. Sin embargo, las “sombras” más interesantes de analizar son aquellas que no se proyectan. Aquellas que no se quieren enseñar al individuo ni siquiera en forma de ideas.
El bien y el mal; lo feo, y lo bello. Son dicotomías no resueltas.
Sólo los pocos afortunados que son capaces de liberarse de las “cadenas”, pueden transformar las “sombras”-ideas-; en “objetos”- realidad-.
Estos días, los acontecimientos que nos ha tocado vivir, han demostrado cómo una buena parte de la Sociedad de una zona de España ha internalizado como realidad, lo que únicamente son “sombras”.
Sin embargo, pocos de ellos querrán librarse del dogal que les impide dejar de mirar la pared; y continuarán fijándose en las “sombras” que la luz de la hoguera refleja en la pared de la “caverna”.
Los que salen de la “caverna”, al principio, quedarán deslumbrados, y no podrán apreciar las cosas que son verdaderas, sino tras un gradual proceso de adaptación.




domingo, 15 de octubre de 2017

LA PANTALLA

Todo comenzó en un lejano día de 1895, cuando los hermanos Lumiere, desplegaron una enorme tela blanca, y sobre ella proyectaron la primera película de un cinematógrafo.
Los que tuvieron el privilegio de asistir a aquel extraordinario acontecimiento, no pudieron imaginar lo que ello representó.
Por primera vez el Hombre podía fijar su mirada en una superficie blanca y lisa, y contemplar cómo ante él surgía todo un mundo de realidades, y fantasías.
Aún tuvieron que pasar muchos años, cincuenta más o menos, para que la enorme pantalla fuera reduciendo sus dimensiones, y pudiera colarse en todos los hogares del mundo.
Aquel aparato, que a duras penas se lograba ver, se situó en el lugar preferente de las salas de estar de millones de hogares, y se convirtió en el referente al que acudir.
Todos fijaban su mirada en la reverberante pantalla, y contemplaban extasiados lo que a través de ella se proyectaba.
Mientras la televisión permanecía encendida, todo se paraba. Ella era el centro de atención.
Las comidas familiares alrededor de la mesa, dejaron de ser un punto de encuentro y de dialogo, para dejar paso al más profundo silencio, sólo roto por los sonidos que salían de los altavoces del aparato.
Cuántas veces las madres debían decir a sus hijos: “Come, y deja de mirar la televisión”.
Sin embargo, aquella batalla estaba perdida desde sus inicios.
La pantalla se había adueñado del espacio familiar conjunto, e imponía su ley.
Con la llegada de las diversas ofertas de contenidos, llegaron los conflictos al seno de la familia de la mano de un pequeño dispositivo al que se llamó: “mando a distancia”.
Los silencios se tornaron en discusiones sobre qué ver, y qué no ver.
Como no era posible mantener aquel combate por más tiempo, los afortunados, tomaron una solución salomónica: Situar varios televisores en diversas estancias de las viviendas.
Con ello, se terminaron los enfrentamientos por el “mando a distancia”; pero, surgió una nueva situación.
La familia se disgregó por el hogar, siguiendo a la pantalla que proyectaba lo que más gustaba.
Las comidas familiares, dejaron de ser tales; y se engullía, el alimento para ir a ponerse delante del Televisor y ver aquello que nos apasionaba.
La llegada de los ordenadores, y sus pantallas, produjeron un salto cualitativo y cuantitativo, en la dependencia de las luminosas superficies.
El ordenador se convirtió en el centro de la vida de muchas personas. Sólo a través de él se veía el mundo, en una abstracción absoluta, y un aislamiento del entorno casi total.
El ordenador, no obstante, era demasiado voluminoso para ser llevado con nosotros fuera de nuestra casa.
La solución la pusieron los denominados portátiles”. Su tamaño y su peso, bastante ligeros, permitían llevar la pantalla por doquier. El “portátil” se convirtió en compañero inseparable; era nuestro “alterego” al que entregábamos todos nuestros secretos. Era nuestra “alma”.
El avance de las ciencias nos trajo un nuevo dispositivo, también dotado de pantalla, (esta mucho más pequeña) a la que entregar nuestras vidas: “El teléfono móvil”.
Con él, el Hombre se aisló de su entorno vital. El mundo exterior desapareció, y únicamente la pantalla es la protagonista de nuestras vidas.
Por ella nos comunicamos; a través de ella vivimos; y por su causa, en ocasiones, morimos.
La pantalla del “teléfono móvil” presenta un elemento diferenciador de enorme importancia social. Ha capturado las mentes de individuos de todas las edades, clases, y condición.
Nadie, salvo unos pocos, ha podido sustraerse a sus “encantos”. Desde niños de pocos años, hasta venerables Ancianos, portan en sus manos un teléfono.
La pantalla, ha ganado, no sólo, una batalla; ha ganado, la guerra.
¿Cuál será el paso siguiente para seguir la alienación del Individuo? Lo desconozco; pero, todo apunta a que la realidad que nos circunde sea una “realidad virtual”.


martes, 10 de octubre de 2017

LAS SEDES

La llamada “cuestión catalana” nos ha proporcionado información sobre hechos y actos de todo tipo.
Uno de ellos, es el goteo de las Sedes Sociales de importantes empresas y consorcios, y que las han trasladado fuera de Cataluña.
Este acto, que es sólo una cobertura jurídica, tiene un corolario mucho más importante e interesante de analizar.
¿Qué ocurre con lo que queda en Cataluña, en el supuesto de la declaración de independencia?
Comencemos por la parte más débil: los trabajadores.
Según establecen las nuevas leyes catalanas, aquellos trabajadores que estuvieran empadronados en Cataluña al 31 de diciembre de 2016, pasarían a ser ciudadanos de Cataluña, y por ello sometidos a las leyes del nuevo Estado.
Perderían su cualidad de ciudadanos españoles, y por lo tanto de ciudadanos europeos; aunque los gobernantes de la actual Cataluña digan que tendrán doble nacionalidad; algo que es absolutamente falso.
En consecuencia, roto el vínculo legal con el Estado español, los derechos que emanen de sus contratos de trabajo deberán ser adaptados, y sometidos a las Leyes del nuevo Estado.
Protecciones tan básicas como es el Estatuto de los Trabajadores, dejarán de serles de aplicación; y sus reclamaciones en el ámbito laboral, deberán ser sustanciadas en los Tribunales de Cataluña.
Esto es así, porque los conflictos laborales se resuelven en el lugar en el que se encuentra el puesto de trabajo del trabajador.
Sus nóminas, serán abonadas en las cuentas abiertas en las Entidades radicadas en Cataluña, y deberán ser convertidas de euros a la moneda del nuevo país; algo que hasta este momento se desconoce.
La salida de la Unión Europea supone que, de manera automática, se sale de la Eurozona, y por lo tanto la moneda del país recién constituido no puede ser el euro; a pesar de que los gobernantes de Cataluña digan lo contrario.
Dos cuestiones a las que no alcanzo a concretar cómo afectarán a los trabajadores, son los Impuestos, y las aportaciones a la Seguridad Social, tanto en la cuota empresarial como en la que corresponde al trabajador.
El segundo gran frente de estas empresas es el relativo al régimen comercial que regirá sus relaciones con el resto del mundo.
La salida de la Unión europea implica la salida de todos los acuerdos de Libre Mercado que regulan las transacciones entre sus países miembros; entrando en un régimen de aplicación de aranceles que habría que negociar con todos, y cada uno de los estados que forman la actual Unión Europea, comenzando, lógicamente, por España, su primer cliente.
Mientras esto se negocia, algo que no se hace de la noche a la mañana, sería preciso establecer un régimen transitorio, que también habría que desarrollar.
Junto a ello, tendría que establecerse un régimen fiscal para las mercancías en tránsito, tanto importadas como exportadas.
A nadie se le escapa, que nada de todo esto es algo que se solvente con facilidad y en poco tiempo.
Cerrar fronteras, es algo relativamente sencillo. Regular el tránsito de mercancías, es algo muy complejo, lo que haría de la salida de productos desde Cataluña al resto de Europa, algo casi imposible.
Si los productos fabricados en Cataluña no pueden tener salida hacia los mercados, la respuesta empresarial sólo puede ser una: parar la producción, hasta que los regímenes comerciales, y fiscales, estén desarrollados e implantados. Lo que conllevaría al cierre de las factorías, y el despido de los trabajadores.
Si los principales, o únicos centros de producción se encuentran en Cataluña, la viabilidad de la empresa queda muy comprometida, pues únicamente subsistiría el mercado catalán como fuente de negocio. Todo ello, en el supuesto que las materias primas y componentes necesarios para la producción se obtengan en Cataluña.
Y qué ocurrirá con las empresas que no puedan salir de Cataluña. Todo dependerá del grado de vinculación de sus productos con el exterior.
En mi opinión, las menos afectadas serán las pequeñas empresas, que entrarán en un régimen de autarquía, algo que tampoco será fácil.
A nadie se le escapa que este estado de cosas traerá consigo un extraordinario aumento de los precios, y por ello elevada inflación.

Y no será descabellado pensar que volviera a emerger una vieja figura del comercio: El estraperlo.

martes, 3 de octubre de 2017

EL MARKETING

Los grandes cambios políticos, sociales, y económicos que surgieron en el siglo XIX, fueron los cimientos sobre los que se construyó el edificio de lo que hoy llamamos “Mundo desarrollado”.
El Reino Unido, y Francia, y posteriormente los EEUU, tras la guerra de Secesión, fueron los que lideraron lo que se dio en llamar “Imperialismo expansionista”.
El imperio moderno más grande, perdidos los últimos reductos del Imperio Colonial español, fue el forjado por la Gran Bretaña.
De este a oeste del Planeta, fue forjando un entramado económico, difícil de superar, y que aún permanece intacto en buena medida.
No había cala, roca, mar u océano que no fuera utilizado si valor tenía; aunque sólo fuera estratégico.
Grandes compañías que explotaban los recursos naturales de los países más diversos, se conformaron como Estados dentro de los Estados.
Las materias primas llegaban a la Metrópoli, y eran transformadas en bienes de consumo, que aumentaban el bienestar de los ciudadanos.
Es en ese momento cuando nace la Publicidad. Es necesario dar a conocer a los potenciales consumidores, los productos más diversos, y ponerles, delante de sus ojos, las bondades de lo que las modas dicen que deben comprar para ser considerados miembros de la naciente Burguesía.
El desarrollo de la Industria y la Minería, atrae grandes flujos migratorios de mano de obra del campo a la ciudad.
Las ciudades se expanden, y la burguesía se aleja de los centros de las ciudades, y de su ambiente pestilente.
Nace la Publicidad, y se distribuye, por todos los medios. Pequeños panfletos y folletos; carteles situados en las calles y plazas más concurridas; llegando hasta los diarios de mayor difusión, convirtiéndose en una magnífica fuente de ingresos.
En nuestro mundo actual, nada se vende sin haber sido publicitado. La publicidad es la gran fuente en la que beben los ciudadanos.
No existe lugar, donde no nos encontremos con un anuncio, que nos ofrezca algo.
El complejo mundo del siglo XXI se dio cuenta de que la fuerza de la Publicidad audio visual, era algo imparable; y las formas de difusión infinitas.
Gobiernos, Partidos, Movimientos sociales y políticos se dieron cuenta de ello, y crearon sus propios gabinetes de Publicidad, en los que elaborar la estrategia para vender sus “productos”.
Publicitar algo en el espacio virtual, es garantía de éxito. Es irrelevante que lo que se publicita sea cierto o no. Lo importante es que la imagen y el sonido lleguen a los circuitos; pues a partir de ahí, el efecto multiplicador es imparable.
Un falso mensaje situado en el ciber espacio, se convierte en verdad, a los pocos momentos.
Al igual que el mundo de la publicidad estática, nunca podrá agradecer bastante a Photoshop los servicios prestados; la publicidad de los que crean opinión, nunca agradecerán bastante a los creadores de Internet, los servicios prestados.
La imagen manda, por encima de la verdad.
Las guerras ya no se ganan en los campos de batalla; se ganan en los espacios virtuales. Quien los domina, gana. Da igual que lo que se publicita sea falso; tergiversado, o manipulado. Lo importante es colocar el “producto” en el “Mercado”. El resto viene solo.
Desde el día uno de octubre, en que se comenzó a librar la “batalla” en Cataluña para lograr su independencia, hubo un claro ganador: la publicidad.
Lo importante fue inundar el “mercado” de imágenes. No era transcendental que las mismas fueran ciertas, o manipuladas; actuales o pasadas. Preparadas exprofeso para dar apariencia de realidad, o resultado de profesionales del maquillaje. Lo sustancial fue la imagen.
El resto, era sencillo: esperar. Y no hubo que esperar mucho para dar la “guerra” por ganada.
El “producto” tuvo una gran aceptación en el “Mercado”, y los consumidores lo adquirieron convencidos de las bondades, y fiabilidad del mismo.

Nada que no ocurra con una colonia, o un detergente.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

EL MONOPOLY

Elizabeth Magie en 1903, ideo un juego que más adelante tomó el popular nombre de Monopoly.
Es este un juego, de compraventa, e intercambio de bienes raíces: casas, hoteles…
Los dos elementos esenciales son: el dinero, y los bienes raíces. Su objetivo, es arruinar al resto de los jugadores, y tener tu propia ciudad, con casas, hoteles, estaciones…etc.
A pesar de ser un juego, tiene sus reglas, y no resulta fácil poder “construir” una ciudad, partiendo de cero.
Si resulta complicado “construir” una ciudad en un juego de mesa, construir un país, tampoco es nada sencillo; algo que algunos parece que han olvidado.
Lo principal que se necesita para hacerlo son “jugadores” en número suficiente para poder comenzar.
Lo segundo es establecer unas reglas del juego, iguales para todos, y que nadie se puede saltar.
Quienes pretenden crear en Cataluña un país, como si del juego del Monopoly se tratara, ya han incumplido las dos primeras normas esenciales para hacerlo.
Obligado es decir que si estos pilares no existen, no se puede levantar nada.
Otro elemento esencial en el popular juego de mesa es el Dinero. Sin él, no se pueden realizar transacciones, ni intercambios de bienes raíces; y por ello el juego no puede iniciarse.
El país que pretenden construir unos pocos en Cataluña, carecerá de este componente, y por ello ninguna transacción se podrá llevar a cabo.
En el juego del Monopoly, existe la Banca, que es la encargada de proporcionar los “dineros” ( de mentira) para que el juego pueda iniciarse.
La Banca que surgiera en el nuevo país, al igual que en el juego de mesa, sólo tendría dinero de mentira; un dinero que sirve para jugar en casa en las tardes de lluvia; pero, no en la vida real.
Sin dinero real, nada se puede hacer; salvo que el país que nazca, lo haga en el aislamiento, y retornar a la economía del trueque. Algo posible, pero poco práctico.
Pagar la importación de mercancías, o la contratación de servicios con butifarras, es bastante complicado; salvo que las butifarras coticen en los Mercados de Divisas; algo, de momento, poco probable.
Quienes no puedan comprar ni vender por carecer de una moneda con la que realizar los intercambios, no pueden subsistir, pues el país en ningún aspecto, es auto suficiente.
Qué hacer, en la Industria del Automóvil, en la de los productos químicos, en las Farmacéuticas; y en los miles y miles de sectores que precisan intercambios comerciales, cuyo contravalor es siempre una moneda aceptada en los Mercados Internacionales; Mercados en los que el “dinero” del Monopoly, no sirve.
Las reglas del juego internacional, igual que las del Monopoly, son rigurosas, e iguales para todos. Si el nuevo país las rompe, queda fuera del juego, y se le expulsa de la “salita” donde se desarrolla la partida.
En el mundo real eso se llama: establecer fronteras. Fronteras que se abren o se cierran a conveniencia de las partes.
El nuevo país, tendría vetados los movimientos con los países fronterizos, tanto para personas, como mercancías, como para capitales.
Sus exportaciones estarían suspendidas, y sus importaciones también.
Habría que comenzar a negociar unas nuevas reglas del juego; algo difícil de acordar, pues el establecimiento de condiciones arancelarias; de cupos de productos. Los mercados interiores del país, no estaría sometidos a ninguna regla de librecambio con el nuevo país.
Los ciudadanos no saldrían indemnes de esta contienda. Perderían la condición de ciudadanos miembros de la UE; y con ello la libertad de tránsito por los países de la Unión. Algo que les ocurriría a quienes pretendan entrar al nuevo país, por las fronteras españolas. Fronteras que pueden ser abiertas o cerradas, a gusto de las autoridades españolas.
Por su carácter, quizás lo más interesante que les ocurriría a los ciudadanos de Cataluña, es la perdida de sus ahorros.
Fuera de la UE, se está fuera de la Zona Euro, y en consecuencia, el euro dejará de ser moneda oficial del nuevo país; y los fondos bancarios denominados en euros, ser redenominados a la nueva moneda país. Una moneda, que no contará con respaldo en metales preciosos, o de una Autoridad Monetaria solvente; pues el Banco Central Europeo dejará de prestar su apoyo a esos depósitos. Lo mismo que hará el Fondo de Garantía de Depósitos del Estado español.
Jugar al Monoply, es relativamente fácil; y el perder o ganar, es irrelevante.
Jugar al Nuevo País, es muy dificultoso; y el perder, o ganar, es muy relevante.