Los pensadores más profundos que ha dado la Historia de la
Humanidad estuvieron ubicados en la Antigua Grecia.
Es en ella dónde se encuentra la cuna del estudio de las más
diversas formas de gobierno de las sociedades organizadas.
Una de las primeras formas de gobierno que se implantó fue la “Timocracia”. Un sistema de gobierno
basado en el ímpetu y en la fogosidad de los que detentaban el poder.
Valores como el Honor, eran determinantes en la forma de entender
la administración de la Cosa Pública.
Sus principios nacían desde el alma, más que desde la
racionalidad. Es lo que en palabras de hoy sería “gobernar con las entrañas”.
La Timocracia fue un sistema efímero, superado por otros más
duraderos en el tiempo como la “Oligarquía”
o “la Democracia”.
Hoy en España podríamos afirmar, aún a riesgo de no ser entendido,
que ha surgido en nuestra Organización Social, una “Neo Timocracia”.
Las derivas de determinados gobernantes parecen demostrarlo.
Viejos conceptos como el Honor, la Honra, han resurgido con
fuerza, y son base y fundamento de las actuaciones de muchos de los
gobernantes. Actuaciones que no están basadas en la racionalidad, y ni en buscar
lo mejor para todos.
Predomina en estos gobernantes una forma de ruptura social basada
en “Quien no está conmigo, está contra mí”.
El concepto de Honor en el que se basaban los antiguos griegos, y
que era un valor en positivo, ha sido prostituido, convirtiéndolo en un valor
negativo, y excluyente.
Un papel importante en este renacimiento de la Timocracia, lo
están teniendo las que podríamos denominar “Oligarquías
decadentes”.
Estas han maniobrado con sabiduría para que el Pueblo se haya
puesto en manos de los demagogos, que tras un periodo de aparente actitud
redistributiva se vuelve con contra ese Pueblo para perpetuar su poder
personal, buscando alianzas con esas “Oligarquías
decadentes”.
Se entablan enfrentamientos para desviar la atención y las
energías de los ciudadanos con el finde que no les exijan explicaciones de su
nefasta gestión interna. Es el momento en el que nace una forma de gobierno que
todos creíamos superada: “La tiranía”.
¿Cómo se explica esto? Vayamos a los pensadores griegos.
Así se expresa Platón respecto al comportamiento del “Hombre democrático”.
- “Vive
al día. El primer deseo que se presenta es el primero que satisface.
Hoy
tiene deseos de embriagar entre canciones báquicas, ya mañana ayunará y no
beberá más que agua. Tan pronto se ejercita en la gimnasia como está ocioso y
sin cuidarse de nada. Algunas veces es filósofo, las más es hombre de estado.
Sube a la tribuna, habla y obra sin saber lo que dice ni lo que hace……
En una
palabra, en su conducta no hay nada fijo, nada arreglado; y llama a la vida que
pasa, vida libre y agradable, vida dichosa.”
Estas palabras, escritas hace más de dos mil años, son de una
preclaridad que asusta.
El filósofo no es sabio porque sabe. El filósofo es sabio porque
conoce la condición del Hombre, y es capaz de proyectar ese conocimiento en palabras,
y escritos, que transcienden al tiempo.
Ayer comentaba un escrito de un amigo, en el que yo negaba la
existencia de la Democracia.
El hombre de este siglo XXI cree que es un “Hombre democrático”. Y lo es, pero en los términos en los que el
filósofo griego lo definió, trescientos años antes de Cristo.
El exterior ha cambiado; sin embargo, su interior es exactamente el
mismo que el de aquellos peripatéticos que vivieron en la antigüedad.
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