sábado, 11 de noviembre de 2017

LA TIMOCRACIA

Los pensadores más profundos que ha dado la Historia de la Humanidad estuvieron ubicados en la Antigua Grecia.
Es en ella dónde se encuentra la cuna del estudio de las más diversas formas de gobierno de las sociedades organizadas.
Una de las primeras formas de gobierno que se implantó fue la “Timocracia”. Un sistema de gobierno basado en el ímpetu y en la fogosidad de los que detentaban el poder.
Valores como el Honor, eran determinantes en la forma de entender la administración de la Cosa Pública.
Sus principios nacían desde el alma, más que desde la racionalidad. Es lo que en palabras de hoy sería “gobernar con las entrañas”.
La Timocracia fue un sistema efímero, superado por otros más duraderos en el tiempo como la “Oligarquía” o “la Democracia”.
Hoy en España podríamos afirmar, aún a riesgo de no ser entendido, que ha surgido en nuestra Organización Social, una “Neo Timocracia”.
Las derivas de determinados gobernantes parecen demostrarlo.
Viejos conceptos como el Honor, la Honra, han resurgido con fuerza, y son base y fundamento de las actuaciones de muchos de los gobernantes. Actuaciones que no están basadas en la racionalidad, y ni en buscar lo mejor para todos.
Predomina en estos gobernantes una forma de ruptura social basada en “Quien no está conmigo, está contra mí”.
El concepto de Honor en el que se basaban los antiguos griegos, y que era un valor en positivo, ha sido prostituido, convirtiéndolo en un valor negativo, y excluyente.
Un papel importante en este renacimiento de la Timocracia, lo están teniendo las que podríamos denominar “Oligarquías decadentes”.
Estas han maniobrado con sabiduría para que el Pueblo se haya puesto en manos de los demagogos, que tras un periodo de aparente actitud redistributiva se vuelve con contra ese Pueblo para perpetuar su poder personal, buscando alianzas con esas “Oligarquías decadentes”.
Se entablan enfrentamientos para desviar la atención y las energías de los ciudadanos con el finde que no les exijan explicaciones de su nefasta gestión interna. Es el momento en el que nace una forma de gobierno que todos creíamos superada: “La tiranía”.
¿Cómo se explica esto? Vayamos a los pensadores griegos.
Así se expresa Platón respecto al comportamiento del “Hombre democrático”.
- “Vive al día. El primer deseo que se presenta es el primero que satisface.
Hoy tiene deseos de embriagar entre canciones báquicas, ya mañana ayunará y no beberá más que agua. Tan pronto se ejercita en la gimnasia como está ocioso y sin cuidarse de nada. Algunas veces es filósofo, las más es hombre de estado. Sube a la tribuna, habla y obra sin saber lo que dice ni lo que hace……
En una palabra, en su conducta no hay nada fijo, nada arreglado; y llama a la vida que pasa, vida libre y agradable, vida dichosa.”
Estas palabras, escritas hace más de dos mil años, son de una preclaridad que asusta.
El filósofo no es sabio porque sabe. El filósofo es sabio porque conoce la condición del Hombre, y es capaz de proyectar ese conocimiento en palabras, y escritos, que transcienden al tiempo.
Ayer comentaba un escrito de un amigo, en el que yo negaba la existencia de la Democracia.
El hombre de este siglo XXI cree que es un “Hombre democrático”. Y lo es, pero en los términos en los que el filósofo griego lo definió, trescientos años antes de Cristo.

El exterior ha cambiado; sin embargo, su interior es exactamente el mismo que el de aquellos peripatéticos que vivieron en la antigüedad.

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