viernes, 7 de julio de 2017

LAS CARAS DE BÉLMEZ

Allá por el año 1971, la cordobesa localidad de Bélmez, un pequeño pueblo de la provincia, saltó a la popularidad por dos hechos bien diferentes.
Uno, la fama que adquirió por la participación de su alcalde Rafael Canalejo en un popular concurso del TV. Denominado “Un millón para el mejor”
El segundo hecho fue la aparición, en una de las viviendas del pueblo, de unas manchas en el suelo que asemejaban caras humanas. Unas figuras que en poco tiempo se las conoció como las “caras de Bélmez”
Por muchos intentos que se hicieron para borrarlas, las “caras” reaparecían una y otra vez, sin que se pudieran averiguar, a ciencia cierta, qué fenómeno natural las producía.
Surgieron teorías y conjeturas de todo tipo para encontrar una explicación al extraño fenómeno. Pero, las caras no desaparecían.
La Historia de los Pueblos, tiene mucha semejanza con el extraño fenómeno del pueblo cordobés: por mucho que se intente borrarla, nunca desaparece.
Viene esta digresión a cuento, por el extraño hecho que de un tiempo a esta parte se produce en España, respecto a un determinado periodo de nuestra Historia, al que se le ha dado en llamar “El Franquismo”.
Fueron cuarenta años de nuestra Historia que sucedieron, y que por muchos intentos que se hagan por borrarlos no se conseguirá; por la sencilla razón de que el pasado no puede borrarse.
De unos años para acá, en España, no pocos representantes públicos, empujados por determinados movimientos políticos y sociales, se han embarcado en la obra de tratar de eliminar todo vestigio que recuerde ese periodo de nuestra Historia.
Es un esfuerzo inútil, y por lo demás costoso, que no podrá eliminar lo que en nuestro país sucedió.
Quitar estatuas, bustos, rótulos, nombres de calles, no servirá para nada.
La Historia, al igual que las "caras de Bélmez", reaparecerá; porque la Historia es indeleble.
La larga Historia del Pueblo español, antes y después de ser una nación, ha recogido en su extenso “libro” periodos de todo tipo y condición. Desde ser el Imperio más grande jamás conocido, hasta ser un pequeño Estado sumido en la división, y la desidia.
En ese larguísimo periodo de tiempo, han ocurrido acontecimientos de la más diversa traza, tanto social como política como militar.
Nuestras calles y plazas, lucen nombres de los hombres y mujeres más diversos de nuestra Historia, sin que nadie tenga en ello el más mínimo reparo; teniendo cada uno de ellos, en sus alforjas, actos buenos, y actos malos.
Desde los Reyes Católicos, hasta Felipe VI, el elenco de forjadores de nuestra  Historia es prolijo y extenso.
De todos ellos, sólo un periodo de tiempo, el que va de 1939 a 1975, al parecer de algunos, es merecedor de ser borrado del libro de nuestro destino.
Desde los judíos expulsados de la Península; desde aquellos soldados que murieron en los campos de batalla de España o de Flandes; de Nápoles, o de Cuba, todos sufrieron el sino que alguien ajeno a ellos les dictó.  
Liberales contra absolutistas; carlistas contra Isabelinos; Constitucionalistas contra monárquicos; y un larguísimo… etc. ha enfrentado secularmente a los españoles entre sí.
Espartero, Zumalacarregui, Alfonso XII, Alfonso XIII, hasta el General Primo de Rivera son nombres dados por buenos, por aquellos que quieren reescribir una Historia que no puede ser reescrita.
Porque los hechos de nuestro pasado, al igual que ocurrirá con los venideros, no pueden ser modificados.
Se quitarán estatuas, rótulos, banderas; se cambiará el nombre a pueblos y edificios; todo eso será inútil.

“Las caras de Bélmez” volverán a aparecer, por mucha “lejía” que se use.

No hay comentarios:

Publicar un comentario