Sin lugar a dudas, el cerebro humano es el órgano más perfecto del
que ha sido dotado el Ser Humano.
Es la “maquina” esencial de nuestra existencia, sin el cual el
cuerpo humano dejaría de ser tal. Cuando él deja de funcionar, todo ha
concluido.
En él se desarrollan las funciones conscientes, y las
inconscientes, que mantienen en funcionamiento nuestro cuerpo físico; sin
embargo, el cerebro humano, realiza funciones metafísicas que algunos han dado
en llamar: intelecto, conciencia, e incluso, hay quienes afirman que en él
reside el Alma.
Son estas últimas funciones las que determinan la vida de los
Individuos, con ellas se procesan nuestros sentimientos, nuestras ideas, y se
analiza, mediante procesos racionales, la información que nos llega.
A medida que la Sociedad en la que el Hombre desarrolla su vida
cambia; nuestro cerebro cambia al mismo ritmo, con el fin de adaptar nuestra
capacidad de análisis y compresión, y obtener conclusiones coherentes a la
información recibida.
La Sociedad, llamada
Occidental, del siglo XXI, puede ser denominada como la Era de la Información.
Una información que llega a nuestro cerebro a borbotones por los medios más
diversos.
A diferencia de nuestros antepasados, que recibían la información
de manera pausada, y por pocas fuentes; nosotros la recibimos a raudales, de
manera instantánea, y por fuentes de lo más heterogéneo.
A diferencia de nuestros antepasados cuyos cerebros podían analizar
y procesar esa información de manera armónica y sosegada; en nuestra Sociedad
actual, no hay tiempo material para que nuestro cerebro analice la recibida,
antes de que le llegue otra.
A diferencia de nuestros antepasados, a los que la transmisión
oral era casi su única manera de percepción; el Hombre de hoy, ha reducido la
transmisión oral en favor de la visual.
En esa gran cascada de datos que nuestro cerebro se ve obligado a
procesar en nanosegundos, se encuentran todo tipo de referencias; unas ciertas,
otras falsas, y muchas, muchas medias verdades.
Sin tiempo para procesar todas, nos vemos obligados a seleccionar y
elegir con cuales nos sentimos identificados sin pararnos a analizar lo que de
cierto encierran.
Esa necesidad imperiosa de optar por unas, nos hace vulnerables;
una debilidad que muchos creadores de opinión utilizan para conseguir sus
objetivos.
Se ha desarrollado toda una ciencia de la manipulación de los
individuos, que permite presentarnos como verdad indiscutible, cuestiones que
son perfectamente discutibles, de cuyo análisis se podría demostrar su
falsedad.
Las llamadas Redes Sociales son el perfecto hilo conductor de estas
estrategias de tergiversación de la realidad expuesta. En segundos, millones de
personas reciben la información y sobre ella se va construyendo un “edificio”
de medias verdades, o mentiras sin más.
Nada hay tan efectivo como lanzar un mensaje en 180 caracteres
para que se produzca la reacción esperada. Saben que los receptores no aceptan
más información que aquella que se plasma en unos pocos caracteres; con tan
magro bagaje, se construye una opinión; y sobre ella, otras que crecen de manera
exponencial. La falsía, se ha traslado y convertido en verdad, en unos pocos
segundos.
Los gurús de las redes, saben que se puede mentir en 180
caracteres; pero, que desmontar la mentira costaría muchos más, y que nadie la leerá.
El objetivo se consigue sin grandes esfuerzos.
Nuestro cerebro, que debe adaptarse al medio, se modifica para,
únicamente, valorar mensajes cortos; y, habituado a ello, rechaza el esfuerzo
de razonar sobre envíos más largos.
Poco a poco, sin que muchos se den cuenta, los cerebros de los
Individuos se van forjando a golpe de caracteres de nuestro móvil, o Tablet,
perdiendo la capacidad de llevar a término un proceso racional completo, que
les permita determinar qué de cierto o razonable contiene la información que
nos suministran.
Al igual que el ojo se hace “vago” si no se le obliga a
esforzarse; de la misma manera nuestro cerebro se está haciendo, paso a paso, también
“vago”.
Este largo escrito, será leído por unos pocos de vosotros. Los más
ni siquiera se molestarán en comprobar qué contiene. La razón: demasiadas
letras juntas.
Pensar se está convirtiendo en una actividad molesta y
desagradable; ya se avanza a pasos agigantados hacia un “encefalograma social plano”.
En Comunicación es muy importante que "el mensaje", lo que quieres comunicar; cale, y para ello, el mensaje debe ser claro y conciso. Para comunicar, hay que tener capacidad de síntesis y transmitir sin andarse por las ramas; de lo contrario, no se capta la atención del lector, y el mensaje no llega.
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