Desde mi época como universitario, he seguido la Política y por
extensión la de los Partidos Políticos, de una forma bastante continuada. Nunca
he militado en ninguno, lo que me ha permitido tener una visión global y
desapasionada de la misma.
La Universidad me enseñó, y ello lo viví en mi propia carne, que
en Política todos mienten. Esa enseñanza, que no la aprendí en ningún aula, me
la proporcionaron dos dirigentes sindicales de una empresa cuyo nombre no viene
al caso. Tras arengar a la muchachada estudiantil, y colocarla en suerte para
que se partieran la cara con los "grises", se marcharon en dirección
contraria a donde se iba a repartir la "cera". Lección aprendida, y
con nota.
Desde esa fecha, he contemplado cómo los Partidos y la clase
política han evolucionado. Unos han virado a la izquierda, otros a la derecha;
y otros, bastantes, directamente desaparecieron.
Realmente todo se circunscribía a dos grandes bloques: Izquierda,
representada por PSOE y PCE o IU como fuerzas de "choque", y AP, o PP
como fuerza contrapuesta.
En ambos bloque siempre se ha "sentido" desde fuera una
solidez y coherencia bastante aceptable; algo que les ha funcionado muy bien.
Con la llegada del siglo XXI, uno de los partidos de la Izquierda:
IU, comenzó a tener serios problema de
liderazgo. Relegado de su cargo, no sé si por razones de salud exclusivamente,
el carismático " Califa", ninguno de sus sucesores fue capaz de
aglutinar al electorado entorno a sus siglas, perdiendo, casi, la
representación parlamentaria.
Este curioso fenómeno, se producía en momentos en los que la clase
trabajadora estaba siendo castigada de manera brutal por la crisis económica
más larga y profunda desde la Guerra Civil.
El partido de referencia de la lucha por los Derechos de los
Trabajadores, carecía de todo lo que una formación política debe tener para
ilusionar a los electores. Unos votantes que, en teoría, deberían haber buscado
en IU el refugio de su desesperación. Sin embargo, nada de esto ocurrió.
De manos de un inexperto Secretario General se consumó la debacle.
A cambio de unos míseros euros, se entregó el Partido a otros inexpertos que
les dieron a unos pocos un plato de lentejas. Un Partido centenario había desaparecido,
por la decisión de una sola persona, que únicamente buscaba su propia
supervivencia.
Hoy, ya nadie habla de IU; y mucho menos del PCE. Sólo ocupan
alguna portada cuando, haciendo el ridículo, protagonizan espectáculos
circenses que producen rubor a quien los contempla.
Un muy triste final, para un Partido que tuvo su puesto en la
Política española, y que supo aceptar unas reglas del juego de manera ejemplar.
No le fueron mejor las cosas a sus "primos" del PSOE.
Desbancada la "vieja guardia", hicieron su aparición quienes se
encontraban en el "banquillo". Personas que, sobre el papel, gozaban
de experiencia en la vida política y en el propio Partido. Sin embargo, la cosa
no terminaba de funcionar. Las luchas intestinas comenzaron a hacer su
aparición, y las "navajas" se cobraron algunas "piezas" de
valor.
Los Secretarios Generales llegaban al cargo tras haber ganado por
la mínima, y sin lograr aunar esfuerzos y voluntades. Poco a poco, el
electorado les fue abandonando; y las luchas internas se hacían cada vez más
sangrientas; entrando en un proceso de acción y reacción, que ha desembocado en
la actual situación del PSOE.
Una situación que no recuerdo haya revestido nunca los tintes de
gravedad que ahora presenta. Un estado de cosas que están colocando al Partido
al borde de la desaparición; paso siguiente, a la gravísima escisión que en
estos momentos impera en él.
¿Por qué ha ocurrido esto? Desde mi atalaya libre de compromisos y
ataduras, creo que la causa principal de ambas situaciones ha sido la entrada
de la mediocridad en las Sedes de los Partidos. Una mediocridad de la que son
conocedores sus portadores, y como siempre ocurre en los comportamientos de los
mediocres, en ellos no se da la grandeza de miras.
Preocupados de vigilar a sus "enemigos", son incapaces
de trasladar al elector, y al ciudadano en general, nuevas o viejas ideas que
les ilusionen, y les hagan creer de nuevo en sus representantes.
No es sencillo para los mediocres tener ideas, y se aferran a los
viejos esquemas usados en una Sociedad que ya no los acepta.
Los nuevos valores de la Izquierda, esa juventud que entró en la
Política española como elefante en cacharrería, también ha dado ya todo lo que
podía dar de sí. Y nos ofrece un nuevo espectáculo circense en el que los
"gladiadores" usan todo tipo de "armas" para ensartarse
unos a otros.
Tampoco tienen ideas que ofrecer. Unas arengas populistas,
simplistas, vacías de contenido e imposibles de realizar, les elevaron. Ellos
dijeron ser "El cambio". Ellos dijeron que no pertenecían a la
"Casta". La cruda realidad ha demostrado que no disfrutan de una
genética política diferente a los otros. Y al igual que sus fagocitados
Comunistas, y de sus "primos" de la izquierda, andan a "navajazos"
por las esquinas.
Han dejado pasar la mejor ocasión que la Historia les podría
brindar, para ser realmente diferentes. Para intentar apoyar, de verdad, a los
millones de trabajadores que no tienen un trabajo digno. Pero, para hacer eso,
hay que ser algo más que un mediocre vendedor de humo, o un paranoico cuya cerrazón
ha llevado a tener un país paralizado durante un año, y destrozado el Partido
que le alzó hasta las más altas cotas de Poder dentro del mismo.
Mientras escribo estas líneas, el espectáculo continua. Los
"actores" y "gladiadores" continúan ofreciendo sus "espectáculos",
ante la mirada atónita de los que, como yo, no tienen ataduras partidistas.
Los leones del Congreso "Daoiz" y "Velarde"
han vivido tiempos mejores desde que fueron fundidos con el bronce de los
cañones arrebatados al enemigo en la batalla de
Wad-Ras, en la Guerra de África.
Muy bien, aunque haya cuestiones con las que no esté de acuerdo
ResponderEliminar¿Para cuando una entrada en tu blog sobre "la derecha".Sin ataduras