lunes, 2 de enero de 2017

REGRESO AL FUTURO

Casi concluidas las Saturnales de 2016, retomo la "pluma" para reflexionar sobre aquello que me importa o que me lleva a recapacitar. En esta ocasión mis pensamientos no me han trasladado demasiado lejos; sólo debo retornar al día de ayer a las 00,01 horas.
En esa "mágica" hora, en casi todo el globo terráqueo, millones y millones de personas celebrábamos, con enorme algazara, la recalada de un Nuevo Año. Besos, abrazos, buenos deseos y parabienes, todo ello regado con abundantes dosis de alcohol, tras haber ingerido, los más afortunados, opíparas viandas.
A la mañana siguiente, tras haber dormido poco y mal, retorno a mi rutina. Un café ligero, y a ver qué ocurre por el mundo. Y ¿qué ocurría en el mundo? pues exactamente lo mismo que cualquier otro día: tragedias, muerte, desolación, injusticias.
Con la casa en silencio, la familia dormía, mi reflexión no pudo derivar nada más que a analizar el por qué año tras año; siglo tras siglo, celebramos el cambio de algo, cuando en realidad no cambia nada.
Desde la noche de los tiempos el Hombre ha sobrevivido intentando comprender el mundo que le rodea, lo que dio lugar a todo tipo de supersticiones y leyendas. Supersticiones y leyendas que se debían concebir para sobrellevar lo contradictorio de su existir.
El Ser Humano necesita refrendar el concepto de Ser Superior, en relación a cualquier otro ser vivo, que puebla nuestro Planeta. Nos dimos el calificativo de Seres Inteligentes, en contraposición con los brutos que nos rodean. Y a fuerza de repetirnos el halago nos lo hemos creído.
La creencia se arraigó de manera tan poderosa, que llegamos a pensar que, de un día para otro, podemos cambiar nuestro Destino. Convertir lo malo en bueno; lo feo en bello; lo grande en pequeño. Todo ello en el breve espacio de tiempo de un segundo.
Nuestro Regreso al Futuro, no existe; es una enorme mentira que nos repetimos año tras año, con el fin de darnos valor para continuar nuestro peregrinar hasta que el Hado nos marque el final del camino.
En estos días, en los que el azar me ha llevado a sacar de la estantería el libro de Giovanni Papini "El juicio Universal", su lectura ha potenciado mis cuitas sobre el Hombre.
Ese "juicio" al que el autor somete a personajes reales y ficticios, ya desaparecidos, traslada al papel lo que el Ser Humano alberga en su interior.
Los más grandes Hombres desgranan, ante el Ángel, sus "pecados" en la Tierra; con un resultado, casi idéntico, entre todos ellos. La maldad, es el común denominador. Ricos y pobres; poderosos o humildes; todos adolecen de las mismas debilidades: la soberbia, la lujuria, el despotismo...etc.
Pocos son los que se presentan ante el Gran Juez con la conciencia limpia.
No pocos de ellos, reprochan al Sumo Hacedor el haber actuado en la vida de la manera perversa que lo hicieron.
El autor pone en boca de sus personajes una cuestión siempre discutida: Si Dios hizo al Hombre a su imagen y semejanza; ¿por qué impera la maldad en nuestros corazones?

Para tan ardua cuestión cada uno de nosotros tendrá una respuesta; todas ellas válidas, según nuestra manera de entender al Ser Humano.

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