He estado estos últimos días un poco perezoso para coger "la
pluma". Hoy lo hago para tratar y analizar un hecho, no nuevo, pero
preocupante: "LA DEUDA PUBLICA ESPAÑOLA".
La Deuda Pública, en adelante DP, es el dinero que los Estados
precisan para cubrir los gastos y las inversiones públicas que no pueden ser
pagados o financiados con los ingresos que el Estado percibe por impuestos,
tasas, o subvenciones.
La DP no es algo malo en sí mismo; siempre que ese endeudamiento,
se utilice para inversiones productivas que puedan retornar su importe y
devolver las cantidades recibidas.
La cuestión se vuelve más sensible cuando la DP se emite para
conseguir fondos que paguen gastos corrientes, o inversiones no productivas. En
estas situaciones no se realiza el efecto retorno de la misma forma que en el
caso anterior.
Esta situación, tampoco es grave en si misma; siempre que el
Estado pueda ingresar cantidades suficientes para hacer frente a sus
compromisos de pagos. Esos ingresos sólo deben provenir de los impuestos o las
subvenciones. De esta manera el ciclo y el flujo de tesorería se mantiene
equilibrado, y no debe haber problemas mayores.
La cuestión de la DP, entra en zona resbaladiza cuando los
ingresos impositivos y las subvenciones no pueden hacer frente a los
compromisos de pagos, y por lo tanto no poder crear la denominada " Reserva
de Deuda".
Esto puede deberse a varias razones: que los ingresos hayan
disminuido como consecuencia de una disminución de la actividad económica; o
bien porque la parte destinada a esa "Reserva de Deuda" se ha
utilizado para otros fines no presupuestados.
Sin haber dotado esa "Reserva de Deuda" llegado el
vencimiento del préstamo, y no poder hacer frente a los compromisos contraídos
por el Estado, no hay otra solución que solicitar al acreedor, el aplazamiento
del pago.
En este punto pueden ocurrir dos cosas, principalmente:
1.- El acreedor accede a la renovación del empréstito a un nuevo
precio, generalmente más alto, y el proceso del pago se aplaza; pero ha
introducido un nuevo elemento distorsionador de las Cuentas Públicas. La
"Reserva de Deuda" se incrementa por una mayor carga financiera, por
lo que el "esfuerzo" de tesorería se ve aumentado.
2.- Que el acreedor no quiera seguir en el riesgo y exija el pago.
En este caso hay que acudir de nuevo a los Mercados para conseguir los fondos
con que liquidar al acreedor.
Si la gestión del déficit no se contrala, el proceso anterior debe
repetirse, una y otra vez, de manera que la DP va creciendo de manera
incontrolada, lastrando la Economía del país y asumiendo el riesgo del
deterioro de su solvencia.
Si el crecimiento de un país no remonta, y los impuestos no son
capaces de asumir la "Reserva de Deuda" y los gastos inherentes al
sostenimiento del Estado, la solvencia se ve comprometida con dos posibles
consecuencias.
1.- La exigencia de los acreedores a cobrar, al menos, parte de lo
debido.
2.- Exigir una "Prima de Riesgo" por el dinero que nos
prestan.
Ambas situaciones, obligan al Estado a tener que dedicar
cantidades de dinero para hacer frente a estas obligaciones; para lo cual,
únicamente, existen dos soluciones:
a) Incremento de los impuestos, con lo que ello lleva implícito.
b) Recortes de los gastos del Estado, cuya carga social, y por
extensión, política, es de todos conocida.
En España, nadie, al parecer, está dispuesto a asumir ninguna de
las dos soluciones. Y el primero que no está dispuesto a asumirlo es el
ciudadano. Máxime cuando contempla que en derredor suyo, se despilfarra por
parte de las Instituciones el dinero, su dinero, a manos llenas.
La "solución" que se está adoptando es la peor de todas:
la huida hacia adelante.
Una huida que se encontrará, antes o después, con el precipicio.
En ese momento, el efecto de la "frenada" será nefasto. Y como
siempre ocurre, la Tercera Ley de Newton o principio de acción y reacción que
establece que siempre que un objeto ejerce una fuerza sobre un segundo objeto,
este ejerce una fuerza de igual magnitud y dirección pero en sentido opuesto
sobre el primero, afectará a los más débiles, los que no tienen la fuerza
suficiente para contrarrestar el empuje.
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