domingo, 21 de mayo de 2017

LOS POLOS

En nuestro Planeta Tierra, todo está polarizado. Es un Planeta bastante maniqueo. La inmensa “naranja” en la que habitamos (que no es lo mismo que vivir) está dividida en dos: Hemisferio Norte, y hemisferio Sur.
Pero si hemos de ser justos, nuestro maltrecho Planeta no es maniqueo; es el Ser Humano quien goza de esa calificación.
Desde de que se tiene conocimiento de que somos Seres Inteligentes, el Hombre ha tendido a la polarización. No sé si como resultado de las energías Positivas y Negativas que el magnetismo de la Tierra lleva consigo.
Ese maniqueísmo humano, toma “vida” en cualquiera de las acciones del Hombre.
Los del Norte, frente a los del Sur.
Lo blanco, frente a lo negro.
Lo bueno, frente a lo malo.
El Yin, frente al Yan.
Partiendo de esas enormes polarizaciones, se ha ido descendiendo en la escala, y a todo Pro, se le contrapone un Anti.
Al igual que ocurre con las fuerzas magnéticas opuestas, que se repelen; esas fuerzas opuestas, en el Hombre también se repelen, con una gran diferencia respecto a las fuerzas físicas de la Naturaleza: que estas nunca pueden unirse; sin embargo, aquellas logran fundirse mediante la confrontación, y la lucha.
Lo del Norte, gana a lo del Sur.
Lo blanco, vence a lo negro.
Lo bueno, se impone a lo malo.
O al contrario.
Mientras los resultados de las fuerzas magnéticas son inalterables, las del Hombre, son mutables.
La entrada del siglo XX de la Era Cristiana, puso de manifiesto y comenzó a realizarse una de las polarizaciones sociales más importantes: Hombres, y Mujeres.
Los años finales del siglo XX, y los de las primeras décadas del XXI, han sido de una enorme fuerza en lo que a la polarización Hombre / Mujer se refiere.
Los cambios producidos inicialmente en el estatus social de la mujer, con la consecución de importantes logros en todos los órdenes, se hicieron mediante un desarrollo, en términos generales, bastante armónico. Una armonía que en los albores del siglo XXI se ha roto. Una ruptura, más forzada que real, y que ha llevado a una situación de enfrentamiento entre ambos géneros que, en ocasiones, se traduce en tragedia.
Los que siempre gustan de pescar en las aguas revueltas, han aprovechado determinados actos de violencia para demonizar, de manera generalizada, e injusta, al varón, por el mero hecho de serlo.
Inicialmente esa dualidad tuvo un Polo positivo “El Feminismo”; al que se ha contrapuesto un Polo Negativo: “El Machismo”. Y nace un maniqueísmo exacerbado, y alimentado por quienes se han embarcado en la “cruza” de enfrentar  Hombres contra Mujeres.
Hasta nuestro ordenamiento jurídico, se ha sumado a esa campaña de culpabilizar al varón, al que se le niega, el sagrado derecho de la presunción de inocencia.
Algunos, en esa campaña de demonización del hombre, llegan a hacer afirmaciones, que si no fueran tan nefastas, serían de risa.
Hoy he leído a alguien que afirma que el “hombre, como género, tiene una deuda histórica con las mujeres”.
Según esta afirmación, el mero hecho de nacer siendo del género masculino, te convierte, desde la primera ecografía que confirma el sexo, en deudor de las mujeres. Sin que los pulmones hayan exhalado el primer soplo de aire, ya eres un “moroso” ante las personas del otro sexo.
Como siempre ocurre en los postulados de Manes, el final es la confrontación.
Quienes desde el día de su nacimiento se ven tildados de cuasi delincuentes, por el mero hecho de tener una determinada anatomía, desarrollan un rechazo interior hacía el “Polo” que les objeta de manera injusta esa cualidad.
Este tipo de polarizaciones, no salen gratis. Solamente hay que salir a la calle y ver y observar. Y si eso no fuera más que evidente, analizar los cambios de comportamiento en nuestra Sociedad.
Cuando alguien, en un medio de comunicación, se plantea la duda de “si abrir la puerta a una mujer, es machismo”, el mensaje de esa duda, está más que claro.

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