sábado, 26 de noviembre de 2016

LA FRUSTRACION

Una frase que he leído atribuida al actor Pepe Viyuela, me ha llevado tomar la "pluma" y escribir al respecto.
La frase, que es un pensamiento, viene a decir que vivimos inmersos en la frustración; pensamiento con el que estoy de acuerdo.
Hace unos días, haciendo uso de mis extraños gustos televisivos, veía un relato sobre un viaje a la India. El autor del reportaje se subió a  uno de los atestados trenes que circulan por el país, y entabló conversación con una familia con la que compartía departamento ( por llamarlo de alguna manera),
Era una familia que estaba integrada por varias generaciones, y quien hizo de portavoz fue el abuelo.
Para romper el hielo, el reportero preguntó el motivo de que el  viaje lo hiciera toda la familia. Mientras el abuelo explicaba las razones, el cámara hizo un "barrido" por todo el grupo familiar. La cámara captó una expresión risueña en todos ellos, mientras el abuelo hablaba.
Concluida la respuesta del patriarca, una sonrisa retornó a su cara.
El viajero occidental, conocedor de las tremendas dificultades que suponía vivir en un país tan complejo como la India, le preguntó al anciano por qué, siéndoles la vida tan difícil, tenían una permanente sonrisa y una expresión de tranquilidad en sus rostros.
La respuesta fue toda una clase de filosofía de vida.
Sin dejar de sonreír le explicó al joven occidental:
- Nosotros estamos satisfechos con la vida que nos ha tocado vivir; no deseamos ni ambicionamos nada más; aceptamos nuestro destino con naturalidad, sin esperar de él nada más que lo que nos proporciona. Por ello, somos felices.
Al leer el pensamiento del actor español, he puesto frente por frente, la filosofía del anciano indio, con la forma de pensar y de vivir de nuestra Sociedad.
Frente a una ausencia de deseos y ambiciones de aquel, el Hombre de nuestros días desea y ambiciona todo aquello que se ofrece a su vista, sintiendo rabia y frustración si no lo consigue.
Nace este sentimiento de fracaso y engaño, como resultado de los no principios inculcados desde la cuna.
Al Hombre de occidente, se le educa entre algodones; un mundo sin dificultades se abre ante él. Desde las suaves toallitas con las que limpiamos su suave piel, se evoluciona a la exigencia desaforada de todo aquello que nos apetece y deseamos. Y en un momento dado  la Vida nos sale al paso. Una Vida que nos sorprende por su dureza; una Vida que nadie nos ha dicho que existe, ni nos han advertido de lo cruel puede llegar a ser.
Nuestro cerebro no ha desarrollado mecanismos de defensa y aceptación de esa realidad que nos sale al encuentro de forma súbita.
Dos fuerzas muy desiguales se enfrentan: "La insoportable levedad del ser" que diría Milan Kundera, frente a un infinito muro insalvable. El resultado de tan desigual duelo, es de todos sabidos.
El anciano indio, nunca tendrá que hacer frente a ese dispar enfrentamiento.
Muchos diréis que eso es resignación, y que la resignación no es buena. Quizás tendréis razón; pero, en pocas ocasiones una sonrisa se reflejará en nuestros rostros.

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