Me apropio, temporalmente, del título de la película dirigida por
el francés Xavier Beauvois para usarle de palanca a mi artículo.
Desde que el Hombre tiene conciencia de ser una criatura
inteligente, el binomio Hombre Dioses, le ha acompañado hasta nuestros días.
La inteligencia del hombre es limitada, y por ello, incapaz de
explicar los fenómenos que le rodean, buscó la clave en la existencia de un Ser
Superior, que todo lo puede y todo lo domina, al que denominaron
"Dios".
Cada cultura, cada civilización, cada Pueblo ha dado una forma
concreta diferente a ese ser inconcreto como forma de acercamiento a sus vidas.
Sería prolijo detallar las infinitas formas de representación
material que se ha dado, tanto de manera individual como colectiva, a los
"Dioses".
Cada uno de ellos ha marcado la vida de todos los Pueblos; de
ellos han "nacido" las diferentes pautas que cada comunidad ha
internalizado para enfrentarse con los problemas cotidianos de la vida y de la
muerte.
A los "Dioses" se les teme y se les respeta; a Ellos
rezan los pueblos para alcanzar sus favores o evitar los males.
En su honor se han realizado las más grandiosas obras de arte que
ser alguno sobre el planeta haya consumado jamás.
Solamente la fuerza de un ser Todopoderoso ha podido impulsar la
plasmación artística de sus símbolos. Los más ricos metales, las más bellas
pinturas, las más impresionantes edificaciones han podido ser realizados
gracias a una creencia pétrea en su omnipotencia.
Miles de años han transcurrido sin que, en esencia, ese concepto
de " Dios Todopoderoso" haya cambiado.
La invención de la imprenta y la entrada en el periodo histórico
conocido como Edad Moderna, trajo como consecuencia la proliferación y la
difusión de nuevas ideas de las que no estuvo exenta la figura de
"Dios".
El movimiento de "La
Ilustración" propugnó la hegemonía de la Razón sobre las diversas formas
de superstición que habían lastrado el conocimiento humano. Negar su influencia
en el devenir cultural y religioso de los pueblos de nuestro entorno, sería
ridículo; sin embargo, en mi opinión, la gran mayoría de los Hombres, de una
manera o de otra, siguen guardando en su interior el concepto de
"Dios" al que indefectiblemente recurren en momentos de dificultad, e
incluso de alegría.
Quienes han cuestionado la existencia de "Dios" con el
uso de la lógica de la razón, no han podido responder a una cuestión
fundamental: ¿se puede razonar la no existencia, de lo que no existe?
Esta larga digresión pretende ser el soporte histórico que
justifica lo que seguidamente expondré.
En los últimos meses, se están desarrollando en España, actos, en
mi opinión vandálicos, que tienen como objetivo ultrajar los símbolos más
sagrados del Dios de los Cristianos.
A diferencia de quienes cuestionan la existencia de Dios desde la
lógica, su lógica; y la razón, su razón; los nuevos " Nietzsche" de
pacotilla, faltos de la inteligencia mínima necesaria para producir un
pensamiento lógico y racional, deben recurrir a lo que sólo los animales hacen:
los instintos primarios más bajos y deleznables.
Su ignorancia es tan grande, que pretenden derrumbar a Dios
exhibiendo unos pocos cuerpos desnudos; o con la repetición machacona slogans
que avergonzarían al mismo Marx; o con los más rastreros comportamientos de las
miserias humanas.
Si el filósofo alemán, tuvo escaso éxito, por no decir ninguno,
con su famosa frase: "Dios ha muerto"; ¿creen estos pseudo seguidores
del germano, obtener más "laureles" que su maestro, exhibiendo sus
carnes decrépitas?
Incluso cuando la última piedra de la Catedral de Florencia haya
desaparecido; y la postrera piedra de la ermita más remota se haya
desintegrado; Dios, seguirá existiendo.
Podrán destronar reyes; cambiar gobiernos; someter a los pueblos
bajo el yugo de sus ideas; pero, a Dios, jamás podrán vencerle.
Nietzsche se equivocó dos veces al decir que "Dios ha
muerto". La primera los hechos lo corroboran; la segunda, es propia de un
diletante ¿No es ridículo decir que algo o alguien que no existe, ha muerto?
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