lunes, 26 de febrero de 2018

LA HIGIENE

Que los españoles somos gente muy limpia y aseadita, es algo que pocos discuten.
Como decían nuestras madres y abuelas nos decían siempre:
-          ¡Qué relímpio va mi niño!
Al recorrer el mundo, observas que las costumbres en materia de higiene personal son de los más variadas. No digo que sean mejores ni peores; simplemente, distintas.
¿Son nuestras costumbres, en materia de higiene personal, tan saludables para nosotros y para nuestro entorno natural como creemos? Veamos si es así.
Buena parte de la población española, lo primero que hace al comenzar su jornada es, tomar una ducha.
No son pocos los que al finalizar tiempo de trabajo toman una segunda para relajarse del ajetreado día, o para eliminar el sudor que se ha expulsado haciendo deporte en la calle, en la cancha, o en el gimnasio.
En términos estadísticos, -únicamente a modo de ejemplo-, no sería descabellado decir que cada español toma al día 1,5 duchas diarias.
En cada una de ellas usamos para la higiene corporal, champú para el pelo, gel para el resto del cuerpo; así otros tipos de ungüentos para condicionar, nutrir, hidratar…etc.
Modificar un poco estas costumbres, tendría unos efectos muy beneficiosos tanto para el Medio Ambiente, como para nosotros mismos.
Uno de los grandes problemas que tiene nuestro país, y buena parte del Planeta es el poder abastecer de agua a toda la población; cuestión que se agrava si se trata de grandes ciudades con extensas áreas metropolitanas. Todo ello sin olvidar las no menos importantes necesidades que tienen nuestra agricultura y ganadería.
El agua es un bien es caso que, cíclicamente, se convierte en un bien precioso y escaso, algo que ocurre en este momento en buena parte de nuestro país.
Si fuésemos capaces de restringir, parcialmente, el uso del agua destinada a nuestra higiene personal, la demanda del preciado líquido caería de manera significativa.
Lograrlo no es complicado. Es, únicamente, cuestión de proponérselo.
Salvo situaciones especiales, una ducha diaria no es necesaria; por lo que se podría tomarla en días alternos. No por ello nuestros cuerpos olerían como mofetas.
Si hacemos deporte de manera habitual, sería conveniente eliminar la primera ducha matinal, y hacerlo sólo después del ejercicio físico.
Si como añadido a esta simple medida dejamos de lado el “regodeo” bajo la “alcachofa”, y racionalizamos el uso del agua, sumamos ahorro, al ahorro.
Con estos simples cambios habremos dado un paso de gigantes para rectificar nuestros malos hábitos, y podremos evitar problemas de abastecimiento en los ciclos de sequía.
Al Medio Ambiente, también le habremos hecho un gran favor al restringir el número de duchas, pues eliminaremos los continuos vertidos de materiales jabonosos que infestan nuestros ríos.
Nuestra piel también lo agradecerá, al permitir que su proceso natural de producción de elementos para la salud de la epidermis, no se vea sistemáticamente interrumpida por sustancias artificiales que las eliminan de nuestro cuerpo.
Nuestros bolsillos también se verán beneficiados por estas simples medidas, ya que nos permitirán ahorrar en la factura del agua, en el gasto de productos de higiene, y en todos aquellos otros derivados que es preciso añadir para combatir la resecación de la piel que conseguimos con el uso diario de productos abrasivos para ella. Una resecación que se traduce en un envejecimiento prematuro de nuestras células pues se ven obligadas a trabajar a un ritmo mayor que el natural.
La letra de una antigua copla dice:
Ya no se pinta la cara,
la mujer que yo más quiero,
ella ya no se pinta la cara,
huele a tomillo y romero,
se lava con agua clara,
que Dios la manda del cielo.

sábado, 17 de febrero de 2018

UN FRACASO MAS


La cantante peruana Lucha Reyes cantaba una canción en la que un verso dice:
-“Un fracaso más…qué importa”.
Ese mensaje cantado parece haberse hecho realidad en la España moderna.
España como nación ha ido, a lo largo de su historia,  ensartando uno tras otro, como cuentas de un collar, fracasos sin número.
No es fácil encontrar en los tiempos modernos un país en el que los errores se hayan encadenado de una manera tan continuada en el tiempo, y de tan enorme gravedad.
En los países de nuestro entorno socio político, hecha abstracción de las dos grandes contiendas mundiales, la estabilidad interna de los mismos, con la excepción de la antigua Yugoslavia, ha sido prácticamente total. Una estabilidad no solo aparente, sino real.
España, alejada de los dos grandes conflictos bélicos mundiales, ha librado sus propios conflictos internos, los cuales han culminado en grandes fracasos como nación.
Monarquías, republicas, dictaduras, democracias, todos los sistemas implantados en nuestro país en los dos últimos siglos, han fracasado. Y sobre esos fracasos se han aupado otros nuevos.
El último gran fracaso, por pocos reconocido, ha sido la actual configuración del llamado “Estado de las Autonomías”. Un error que, como casi todo en España, no es nuevo. Ya en la Primera República, se gestó y vio la luz el abuelo de nuestro actual sistema. Lo acontecido en aquellos dos cortos años de República, no por grotesco resultó menos dramático.
El siglo XX, y su “hijo” gestaron y parieron al “nieto” que aún hoy pervive.
En el Estado de las Autonomías, se da un curioso paralelismo con el desarrollo de la Vida.
Comenzó su gestación en 1975, y tras un embarazo de tres años vio la luz en 1978.
Sus inicios fueron como el de todas las crías, inseguro y necesitado de cuidados; sin embargo, fue creciendo poco a poco merced a los buenos alimentos y cuidados que los llamados “padres de la patria” le proporcionaron.
Hoy aquel “potrillo”, pequeño e indefenso, se ha convertido en un ejemplar salvaje que nadie puede dominar.
Pocos, de puertas para afuera, somo los que afirmamos el fracaso que nuestro actual Sistema, aunque cada día podamos contemplarlo con solo asomarnos a la ventana.
Nunca la nación española se ha encontrado tan desmembrada como en la actualidad. Habría que remontarse a los tiempos de los Reinos de Taifa, para descubrir un fraccionamiento similar.
España está rota en mil pedazos, sin que nadie parezca darse cuenta.
Y si España como nación está hecha añicos, nuestro fracaso como Grupo Social Organizado es aún mayor, si eso fuera posible.
Acomodados en nuestro propio yo, hemos dejado de sentirnos miembros de una Comunidad que debe avanzar unida con el objetivo de intentar lograr un mejor vivir para todos.
Ni siquiera el egoísmo nos mueve a salir de nuestro capullo. Tejimos nuestra propia crisálida, y en ella permanecemos encerrados, sin querer metamorfosearnos en mariposa.
El gran fracaso lo tenemos delante de nuestras narices, y muchos no quieren verlo. Prefieren cerrar los ojos, y aplicar ese dicho tan nuestro de:
” Ojos que no ven, corazón que no siente”.
Hemos descargado nuestras responsabilidades como individuos, que muchos se creen libres, en las espaldas de quienes nada harán por mejorar nuestro presente, y afianzar nuestro futuro. Un futuro que, cada día que pasa, se vislumbra más tormentoso.
Si hacemos un recorrido por el elenco de necesidades sociales que como país tenemos, no nos costará, -siempre que se quiera mirar, claro- demasiado constatar que pocas funcionan como debieran; a pesar de las ingentes cantidades de dinero que nos cuesta mantener en movimiento a ese caballo desbocado que es el Estado de las Autonomías.
Día tras día, asisto abochornado e incrédulo, al espectáculo que nos brindan los gestores de las Comunidades Autónomas. Día tras día, nos empujan un poco más hacia la consumación del penúltimo fracaso de nuestra historia.
Ese “rebaño” de casi cincuenta millones de ciudadanos “libres”, camina lentamente hacia el precipicio, con la mirada puesta en el suelo, del que ramonea unas pocas briznas de hierba con las que se alimenta. Entretenidos en ello, no ven lo que ocurre a su alrededor; y mucho menos lo que ocurre delante.
Como hacen los ovinos, hemos puesto nuestras vidas en manos del “pastor”.
Un pastor que no es nada comparable al que Jesucristo dio a los cristianos, cuando le nombró pastor de la toda la Humanidad:
“Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.”




domingo, 11 de febrero de 2018

LO IMPOSIBLE


Una de las señas de identidad que caracterizan nuestro siglo en España, y en buena parte del mundo, es el esfuerzo de las mujeres por lograr la igualdad con los varones.
Lograda la igualdad jurídica plena, y aún superando en algunos aspectos a los hombres, a través de un extraño concepto denominado “discriminación positiva”, han avanzado un paso más llevando su “lucha” a ámbitos mucho más complicados.
Lograr la igualdad jurídica no ha sido demasiado complicado, pues el cuerpo social, en su mayoría, así lo entendía. La tutela de los maridos sobre sus esposas, hace tiempo que desapareció, de la misma manera que fueron derogadas leyes que restringían derechos a la mujer. Unas eliminaciones a las que nadie se opuso, y que todos aceptamos.
El nuevo frente que han abierto, es un flanco algo más complicado, y de realización casi imposible. Imposibilidad que lleva a sus promotores a usar estrategias de todo tipo; unas ridículas; otras, engañosas, otras opresoras, y en no pocos casos, utópicas.
Pretender lograr la igualdad en un mundo desigual, es un objetivo imposible. La razón es muy simple: no hay dos personas iguales.
Si diseccionamos nuestra sociedad, y la dividimos por sexos, nos daremos cuenta de que la igualdad que se persigue entre hombres y mujeres no es factible.
Usando un principio matemático muy simple lo veremos:
Dos cosas iguales a una tercera, son iguales entre”, cuyo contrario es” Dos cosas desiguales a una tercera, son desiguales entre sí”. Empleando este contrario podremos llegar a resultados interesantes.
No existe la igualdad social pretendida entre los varones.
Hay hombres ricos, y hombres pobres. Hombres que logran escalar puestos en la escala social y/o laboral, y quienes jamás lo consiguen. Hay hombres inteligentes, y hombres mediocres. Hombres ambiciosos, y hombres ascetas.
De la misma manera, y en los mismos términos, podría afirmar que:
Existe desigualdad entre las mujeres
Unas triunfan, otras no. Unas logran sus objetivos, otras no. Unas son ricas banqueras, y otras humildes trabajadoras.
Determinadas, y demostradas las dos desigualdades anteriores, la tercera desigualdad, entre los hombres y las mujeres, es el resultado de aplicar el principio matemático.
Luchar contra la “lógica de las matemáticas” es algo muy complicado; razón por la que se acude a estrategias que, pretendiendo burlar la “lógica matemática”, entran por caminos falaces y tortuosos.
Estos caminos son diversos, y variados. Unos, son ridículos, y en no pocos casos grotescos; otros son simples y llanas mentiras; y no pocos, invaden las parcelas de libertad de las empresas, y las personas. Para no ser tedioso, nos fijaremos sólo en un ejemplo de cada uno de esos diversos caminos, de los que salen casi infinitos ramales.
De entre los ridículos y grotescos, quizás el más destacado es el uso de eso que se ha dado en llamar “Lenguaje de la igualdad”. En ese camino, han aparecido los “caminantes” más graciosos, y desternillantes¨; los que han pretendido implantar lo que se podría denominar “Sistema gramatical no sexista”. Para continuar su camino, no han dudado en “acuñar” denominaciones que harían revolverse a Cervantes en su tumba. Al comienzo este camino estaba asfaltado, y andar por él era llevadero. Nacieron: las médicas, las juezas, las arquitectas.
A medida que el camino se extendía, comenzaron a aparecer los guijarros que hacían el caminar menos llevadero. En ese punto kilométrico, aparecieron: las miembras, las jóvenas, y las más aplaudidas por el respetable, último guijarro del camino: Las portavozas.
Andar por ese camino resulta bastante divertido; sobre todo, cuando se alinean las tropas para defender la necesidad de usar esos palabros para "avanzar en la igualdad".
Los otros caminos por los que se desplaza la maquinaria igualitaria son menos divertidos, y pueden llegar a ser peligrosos. Ese camino es el de la mentira, pura y simple, disfrazada de verdad.
El objetivo es: “lograr la igualdad salarial entre hombres y mujeres”. Aquí deberíamos desarmar el argumento remitiéndonos al principio matemático; pero, eso sería demasiado simple, y no desenmascararía la falsedad.
En diversas ocasiones cuando este asunto ha surgido, he retado a quien quiera recoger el guante, me presente un solo convenio colectivo en el que se establezcan diferentes salarios, según sea el trabajador hombre, o mujer. Hasta el momento de escribir estas líneas, nadie me lo ha presentado; por la sencilla razón, de que no existe.
El siguiente camino, y último, que voy a analizar, destapa lo que en realidad se quiere ocultar bajo ese manto de lucha por la igualdad: una neodictadura contra las mujeres.
Los neodictadores penetran en el más sagrado de los templos femeninos: su libre albedrio.
Reducen a la Mujer a la subcategoría de: “incapaz” para decidir por sí misma los destinos de su vida. Para ello les  dicen dónde deben trabajar; cómo deben trabajar; y cómo tienen que enfocar sus relaciones con los hombres. Y como los dictadores de toda época, si la mujer se rebela, y quiere mantener su libre albedrio, se fuerza a otros para que, por la vía de la rescisión contractual, las obliguen a no hacer el trabajo que libremente han elegido.
No podrán alcanzar su objetivo, porque las Matemáticas son infalibles.

sábado, 3 de febrero de 2018

LO NEO


Antes de ponerme al teclado, he dudado en hacerlo. He dudado porque no sé si merece la pena perder el tiempo en tratar este asunto al que me referiré, porque, probablemente, no seré entendido.
Pero, como “España y yo somos así”, he decidido “tirarme a la piscina”, una vez más.
La razón última de esta decisión; el impulso necesario para hacerlo me lo ha dado un titular que he encontrado en un periódico extremeño que dice:

-“Mérida cerca al disfraz sexista”

En su desarrollo interior se pueden leer toda una serie de despropósito, dando recomendaciones sobre cómo debe el ciudadano disfrazarse para que el disfraz no sea “sexista”.
No hacía ni veinticuatro horas que otra noticia me había sorprendido en extremo, no tanto por la incongruencia de esta, sino por el lugar en el que se producía: Canarias.
A grandes rasgos se hacía eco de la protesta de un colectivo de enfermeras, con la que se exigía que se prohibieran los disfraces de “enfermeras sexis” porque ello denigraba al colectivo de enfermeras.
Si los carnavales se caracterizan por algo, y en Canarias mucho más, es por ser totalmente transgresores con el “orden establecido”.
Desde la noche de los tiempos, el Carnaval ha supuesto una vía de escape de los individuos para dar rienda suelta a sus fantasías de todo tipo.
Los hombres disfrutan disfrazándose de mujeres, y las mujeres de hombres. Es la inversión del individuo.
Ellos se disfrazan de lo más variado: monjas, enfermeras, bailarinas con “tu tu”, y un largo… etc.
Ellas, de curas, de piratas, de super héroes, de espadachines, y un largo…etc.
El “miércoles de ceniza”, todos los disfraces vuelven al baúl, a la espera de que, transcurridos 365 días, vuelvan a ser desempolvados.
Nadie, hasta ahora, se ha sentido ofendido ni denigrado porque un señor o una señora porte un disfraz de lo que sea. Ni siquiera la Iglesia Católica se siente molesta porque miles de hombres y mujeres se disfracen de curas o de monjas, o de obispos. Saben que el Carnaval es eso, la expansión reprimida de los Pueblos. Unos pueblos que trocarán el disfraz “irrespetuoso” de cura o de monja o de obispo, por el sayal de nazareno, y pasearán sobre sus hombros a Cristos y Vírgenes por las mismas calles en las que han cantado, bailado, y bebido hasta emborracharse, disfrazados de cualquier cosa.
Por no sé qué extraña razón, han surgido por doquier los que yo he dado en denominar: “Los Neo”. Unos Neo, a los que no sé exactamente cómo calificar.
Pudieran ser Neo Puritanos. Quizás Neo Inquisidores. La verdad es que no lo sé.
Quieren imponer la “Libertad” de la mujer, a través de la prohibición. Forma que no deja ser paradójica con el con término Libertad.
Unas pocas de ellas, a rebufo de las cuales se han sumado no pocos seguidores, determinan qué es lo que una mujer puede o no puede hacer. En un claro reconocimiento de que ellos consideran que la capacidad mental de las mujeres no está lo suficientemente desarrollada como para decidir que hacen en y con su vida.
Si una mujer determina, libremente, ganarse la vida como azafata de una escudería de Forma 1 o de una prueba ciclista. Los Neo…” le dicen:
-“ No, tú no puedes ganarte la vida de esa manera, porque eso te convierte en un “objeto sexual”. Y yo considero que, como no eres capaz de discernir sobre lo que te conviene en la vida; yo, decido por ti.
Su ambigüedad me desconcierta, he de reconocerlo. Aunque no sé si es ambigüedad o pura estulticia.
Si la mujer cubre su cabeza con un hiyab, con un chador, o con un niqab, eso atenta contra la dignidad de la mujer.
Si luce una minifalda, una camiseta, y un paraguas; o simplemente un vestido con los colores del organizador de la prueba deportiva, por muy recatado que sea; dicen, que también es denigrante para la mujer.
Ahora bien, si esa misma mujer pasea completamente desnuda por una playa; si se desnuda como protesta de algo en las calles de cualquier ciudad del mundo; afirman, que eso está muy bien, porque lo hacen en uso de su Libertad.
De lo que vengo a deducir que la libertad de la mujer va en función de la superficie de tela que cubra sus cuerpos. Y eso es así, porque ellos son los únicos que tiene la “capacidad mental suficiente” para guiar los destinos de las demás mujeres.
No contentos con dirigir la vida de las mujeres, han dado un paso más. Han acuñado el término “sexismo”. Un concepto que abunda en ese reconocimiento tácito de la incapacidad de la mujer para determinar que cuestiones le ofenden, y cuáles no.
Ellos determinan que un “piropo callejero” es una ofensa hacia a la mujer. Y  no hay discusión posible. La mujer, porque ellos lo han decido, no podrá recibir el “requiebro” de ningún hombre.
Y así podría llenar páginas y páginas, de estas incongruencias.
Escaso valor otorgan a la capacidad de las mujeres para ser dueñas de sus propios destinos.
Y es notablemente curioso que muchas mujeres acepten de buen grado esta “tutela”, que las convierte de facto, en personas “incapaces”