Nepotismo,
clientelismo, amiguismo, enchufismo; son diferentes maneras de
denominar un mismo hecho:” Ganar adeptos
por el estómago”, que da como resultado la generación de una clase social
denominada popularmente como:” Estómagos
agradecidos”.
Desde que el hombre vive en grupos más o menos organizados, el
deseo de Poder ha sido una de sus señas de identidad. Para ejercer el Poder es
imprescindible contar con un número significativo de seguidores, algo que se
obtiene por tres vías: el miedo, la persuasión, o el estómago.
Ningún Sistema Político está libre de este hecho. Tampoco nuestra
tan cacareada Democracia, que mantiene en su interior las mismas lacras que
cualquier régimen dictatorial.
Nuestra vieja nación no es ni mucho menos una excepción; y me
atrevería a decir, que se puede encontrar entre los primeros puestos en los que
con mayor intensidad se produce el Nepotismo.
El denominado Estado de las Autonomías, no difiere mucho de aquel
sistema decimonónico llamado “caciquismo”.
El “cacique” hacía y deshacía a su
antojo comprando voluntades, u obligando por la fuerza de la “persuasión”.
Si el Nepotismo era una seña de identidad en un Sistema Político
centralizado, esa misma seña se ha multiplicado por 18 en España, desde que la
Constitución de 1978, y sus nefastas interpretaciones, les otorgó carta de
naturaleza.
No es una opinión, es la constatación de un hecho irrefutable
demostrado por los miles de causas que atiborran los juzgados y tribunales de
todo el país. Pero, esos hechos no son más que la punta de un inmenso “iceberg”; pues, en los tribunales,
únicamente terminan aquellos hechos constitutivos de delito. La parte sumergida, esa es prácticamente
incalculable.
Que el Poder corrompe, es un axioma. Nadie lo discute, ni nadie lo
cuestiona.
Quienes hemos vivido o convivido de manera más o menos cercana con
el Poder autonómico, hemos podido constatar eso. Y si de una Comunidad
eminentemente rural se trata, como es la extremeña, el fenómeno se multiplica; y
el “neocaciquismo” se puede palpar en
cualquier esquina.
La trama se comenzó a urdir hace treinta años. Una trama que hay
que reconocer fue urdida a conciencia, cuyo resultado es una tupida red clientelar prácticamente impermeable.
Ser militante o adepto, es el mejor salvoconducto, para derribar puertas y abrir ventanas.
Cualquier mindundi puede
alcanzar las más altas cotas de poder e influencia para, desde allí, lograr sus
propósitos personales, y ambiciones de poder.
Los hilos con los que se tejió la trama eran siempre los mismos: el estómago. Las carteras de los adeptos
se llenaban por muy diversos caminos, desembocando todos en un mismo lugar: lar
arcas públicas. Esas arcas que contienen un dinero que, tal como dijo una señora
que fue ministra, no es de nadie. Y como no es de nadie, se puede hacer con él
mangas y capirotes.
Veinticinco años bregando
con el Sistema Autonómico, son muchos años; durante los cuales he podido vivir,
y sufrir lo que es el nepotismo, y el
despotismo, que este último tampoco
es nada desdeñable.
Uno de los primeros síntomas del desmedido nepotismo lo advertí al
visitar una Consejería cuya naturaleza no viene al caso.
Para acceder a la misma era preciso identificarse, función para la
cual estaban asignadas TRES personas. Una tomaba tu DNI, que anotaba en una
rastrilla con el nombre del departamento al que ibas a visitar. Otra, trasladaba
los datos a un ordenador, e imprimía una hoja de control. La tercera persona
era la encargada de cortar el papel de la impresora (entonces era de papel
continuo) y se lo entregaba al primero de los funcionarios.
El efecto multiplicador de esos tres estómagos agradecidos garantizaba,
y garantiza, un buen número de votos. Unos. porque directamente se benefician; y
otros. porque aspiran a ocupar un puesto semejante.
En el breve espacio de unos pocos metros cuadrados, el nepotismo,
el amiguismo, el clientelismo, y el enchufismo, era capaz de generar un
buen número de votos.
Extrapolar ese dato al conjunto de toda una Administración
Autonómica, no es demasiado complicado para concluir unos resultados.
Este mismo proceso se ha repetido y se repite y se multiplica por
18; dando como consecuencia, una inmensísima estructura autonómica, que nos está suponiendo la ruina.
Y a pesar de lo que dijera la señora ministra: El dinero público, Sí tiene dueños.
Como siempre, completamente de acuerdo, amigo Ángel.
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