domingo, 14 de enero de 2018

NEPOTISMO

Nepotismo, clientelismo, amiguismo, enchufismo; son diferentes maneras de denominar un mismo hecho:” Ganar adeptos por el estómago”, que da como resultado la generación de una clase social denominada popularmente como:” Estómagos agradecidos”.
Desde que el hombre vive en grupos más o menos organizados, el deseo de Poder ha sido una de sus señas de identidad. Para ejercer el Poder es imprescindible contar con un número significativo de seguidores, algo que se obtiene por tres vías: el miedo, la persuasión, o el estómago.
Ningún Sistema Político está libre de este hecho. Tampoco nuestra tan cacareada Democracia, que mantiene en su interior las mismas lacras que cualquier régimen dictatorial.
Nuestra vieja nación no es ni mucho menos una excepción; y me atrevería a decir, que se puede encontrar entre los primeros puestos en los que con mayor intensidad se produce el Nepotismo.
El denominado Estado de las Autonomías, no difiere mucho de aquel sistema decimonónico llamado “caciquismo”. El “cacique” hacía y deshacía a su antojo comprando voluntades, u obligando por la fuerza de la “persuasión”.
Si el Nepotismo era una seña de identidad en un Sistema Político centralizado, esa misma seña se ha multiplicado por 18 en España, desde que la Constitución de 1978, y sus nefastas interpretaciones, les otorgó carta de naturaleza.
No es una opinión, es la constatación de un hecho irrefutable demostrado por los miles de causas que atiborran los juzgados y tribunales de todo el país. Pero, esos hechos no son más que la punta de un inmenso “iceberg”; pues, en los tribunales, únicamente terminan aquellos hechos constitutivos de delito. La parte sumergida, esa es prácticamente incalculable.
Que el Poder corrompe, es un axioma. Nadie lo discute, ni nadie lo cuestiona.
Quienes hemos vivido o convivido de manera más o menos cercana con el Poder autonómico, hemos podido constatar eso. Y si de una Comunidad eminentemente rural se trata, como es la extremeña, el fenómeno se multiplica; y el “neocaciquismo” se puede palpar en cualquier esquina.
La trama se comenzó a urdir hace treinta años. Una trama que hay que reconocer fue urdida a conciencia, cuyo resultado es una tupida red clientelar prácticamente impermeable.
Ser militante o adepto, es el mejor salvoconducto, para derribar puertas y abrir ventanas.
Cualquier mindundi puede alcanzar las más altas cotas de poder e influencia para, desde allí, lograr sus propósitos personales, y ambiciones de poder.
Los hilos con los que se tejió la trama eran siempre los mismos: el estómago. Las carteras de los adeptos se llenaban por muy diversos caminos, desembocando todos en un mismo lugar: lar arcas públicas. Esas arcas que contienen un dinero que, tal como dijo una señora que fue ministra, no es de nadie. Y como no es de nadie, se puede hacer con él mangas y capirotes.
Veinticinco años bregando con el Sistema Autonómico, son muchos años; durante los cuales he podido vivir, y sufrir lo que es el nepotismo, y el despotismo, que este último tampoco es nada desdeñable.
Uno de los primeros síntomas del desmedido nepotismo lo advertí al visitar una Consejería cuya naturaleza no viene al caso.
Para acceder a la misma era preciso identificarse, función para la cual estaban asignadas TRES personas. Una tomaba tu DNI, que anotaba en una rastrilla con el nombre del departamento al que ibas a visitar. Otra, trasladaba los datos a un ordenador, e imprimía una hoja de control. La tercera persona era la encargada de cortar el papel de la impresora (entonces era de papel continuo) y se lo entregaba al primero de los funcionarios.
El efecto multiplicador de esos tres estómagos agradecidos garantizaba, y garantiza, un buen número de votos. Unos. porque directamente se benefician; y otros. porque aspiran a ocupar un puesto semejante.
En el breve espacio de unos pocos metros cuadrados, el nepotismo, el amiguismo, el clientelismo, y el enchufismo, era capaz de generar un buen número de votos.
Extrapolar ese dato al conjunto de toda una Administración Autonómica, no es demasiado complicado para concluir unos resultados.
Este mismo proceso se ha repetido y se repite y se multiplica por 18; dando como consecuencia, una inmensísima estructura autonómica, que nos está suponiendo la ruina.
Y a pesar de lo que dijera la señora ministra: El dinero público, Sí tiene dueños.











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