Ríos de tinta recorren estos días la geografía española tratando
del tema de las Pensiones.
La subida establecida en la Ley de un 0,25% ha desatado las iras
de los pensionistas, y de los que no lo son.
En este rio revuelto muchos lanzan el sedal, debidamente cebado,
para tratar de pescar alguno de los nueve millones de pececillos que nadan en el
estanque patrio.
El elenco de situaciones personales en este asunto es tan variado
como individuos perciben esa prestación.
Hay que remontarse muchos años atrás para encontrar el origen de
nuestro Sistema de Pensiones. Un Sistema que, a pesar de las múltiples críticas,
ha funcionado razonablemente bien; y en el que se ha colado no poco de la
picaresca española.
El Sistema surgió con un ideario bastante paternalista, que no
dejaba a nadie sin un ingreso mínimo con el que subsistir.
No pocas viudas recibían un complemento a la escasa pensión que recibían.
Una pensión que era escasa porque el marido no había realizado las cotizaciones
mínimas necesarias para dejar a su viuda un mediano pasar.
Allá por el año 1986, se hizo una primera “criba” para determinar si aquellos complementos de pensiones eran
realmente necesarios para el sostenimiento de sus perceptores.
Se cruzaron datos bancarios, y datos catastrales, y aparecieron
bajo las “las alfombras” un buen
número de beneficiarios que no precisaban ese complemento para su subsistencia.
Algo que enojó, y no poco, a los afectados; que se vieron en la obligación de
devolver las cantidades injustamente recibidas.
Pocos fueron los que renunciaron a esos complementos que hoy denominaríamos
“Pensiones no contributivas”; y
durante años estuvieron drenando las arcas de la Seguridad Social sin ningún
reparo.
Otra fuente de la “picaresca”
consistió en ocultar a la Seg. Social, y a la entidad Bancaria pagadora, el
hecho del fallecimiento de un pensionista, y continuar, sus allegados, cobrando
los importes durante muchos años.
Se puso en marcha la denominada “Fe de Vida”. Una declaración jurada del perceptor en el que
acreditaba estar vivo. Un documento que era tan fácil de falsificar que un niño
lo haría.
No pocos millones se estafaron a la Seguridad Social por este método,
hasta que esta se dio cuenta de que tenía un arma infalible para no hacerse
cargo de esos desfalcos. Obligó a las entidades pagadoras de las Pensiones a
hacerse cargo de las practicas fraudulentas, y ser ellas las que se encargaran
de recuperarlas; algo, en la práctica, bastante complicado.
La informatización de los Registros Civiles puso, casi, cierre a
esta práctica; pues el óbito es informado inmediatamente a diferentes
organismos oficiales, como son la propia Seguridad Social, o la Agencia
Tributaria.
A pesar de los muchos detractores que en los últimos tiempos han
surgido contra este Organismo, es, seguramente, junto con la Agencia Tributaria,
el mejor gestionado del Estado español.
Y no es sólo el mejor gestionado; sino que el sistema por el que
se rige, es el más justo de todos. Y que a todos trata por igual. No existe en
su reglamentación, ningún hecho que discrimine a ningún español, respecto de
otros.
¿Por qué razón algunos, o muchos, se tiran a degüello sobre ella?
Por dos razones principales. Una presunta ignorancia, con bastante
carga de hipocresía; y los “pescadores”
que revuelven las aguas para echar sus “cañas”.
Las presuntas injusticias que se cometen, entre unos ciudadanos y
otros, no surgen en el seno del Sistema de Pensiones. Nacen fuera de él.
Quizás el hecho que más “Chispas”
hace saltar, es el trato que en esta materia se da a ciertos miembros de la
Clase Política. Pero, eso no es achacable al Sistema; porque no es una
normativa que surge de ella. Nace en el Legislativo, que es el máximo órgano de
representación de los españoles.
Si nuestro Sistema de Pensiones está atravesando por situaciones
de dificultad, no es algo derivado de una mala gestión. Las razones hay que
buscarlas en el contexto general de la economía, por un lado; y en la
modificación de la pirámide de población española. Pirámide que se ha modificado
por el aumento en la esperanza de vida de los perceptores de una pensión. A todo esto se han de sumar las nuevas cargas que
se han imputado a los fondos de la Seg. Social, sin que esas cantidades se
hayan previamente dotado.
Otro tema controvertido es el de las enormes diferencias que
existen entre las percepciones de unos pensionistas, y otros.
Este asunto, tampoco es imputable al Sistema; porque su origen, también,
está fuera de su ámbito de actuación.
Las diferencias de los importes de las pensiones nacen durante la
vida laboral de los trabajadores. Una vida laboral con una casuística casi
infinita; y en la que tienen mucho que ver la manera en la que se han percibido
los salarios. Algo que es un factor determinante en las cantidades a cobrar en
el momento de la Jubilación.
Pocos son los sectores de la actividad económica en el que no haya
imperado la picaresca como forma de remuneración. Una picaresca que todos
consentían, y no pocos se jactaban de ella. El método es de todos conocidos:
poco sueldo oficial, para no pagar cotizaciones ni impuestos, y una buena parte
en “negro”, de la que no se contribuía
para garantizar el futuro.
Al final del trayecto aparece la cruda realidad: hemos sido cigarras, en lugar de ser hormigas.