
Con
la llegada del arco y la flecha, un sólo hombre podía conseguir lo que antes
precisaba de varios, y hacerlo en un menor tiempo; permitiendo la abundancia del
alimento y el vestido en toda la comunidad.
El
arco y la flecha se fueron perfeccionando, y aumentó el tiempo libre de los
cazadores, que pudieron dedicar el tiempo sobrante a otras actividades, como la
agricultura.
Tras
el arco y la flecha, llegó la invención del arado, que supuso poder agilizar
las labores del cultivo de la tierra, y el aumento de su superficie y
rendimiento.
Desde
aquellos lejanos tiempos, el Hombre no ha dejado de inventar artilugios de la
más diversa índole con dos objetivos esenciales: obtener más en menos tiempo; y
hacer la vida más llevadera, aumentando el tiempo de ocio.
El
gran salto cualitativo lo llevó a cabo el Hombre con la invención de la “Máquina de vapor” que revolucionó no
sólo el sistema productivo, sino la vida de los trabajadores.
Ella
fue el desencadenante del desarrollo económico y social en Europa y el mundo
entero. La maquina se ponía al servicio del Hombre para hacer menos penosa su
labor, y conseguir reducir las agotadoras jornadas de trabajo; dando lugar a la
aparición de un fenómeno desconocido hasta entonces en la Clase Trabajadora: el tiempo de ocio.
Absurdo
sería relatar los enormes avances logrados en el diseño de las maquinas. Unos
avances que no han dejado de tener sus detractores con el peregrino argumento
de que han quitado puestos de trabajo. Algo que es una falacia, cuando no una
mentira.
Ha
surgido este escrito como consecuencia de una de las muchas ideas que se han gestado en la cabeza de
nuestros (dicen) gobernantes.
Todo
aquello que se forjó en la Transición
y que sirvió para conducir nuestro país por caminos de progreso y modernidad,
se ha ido dilapidando, hasta destruirlo o hacerlo inoperante.
Uno
de aquellos grandes aciertos fue el llamado Pacto
de Toledo; un acuerdo entre partidos por el que las cuestiones referidas al
Sistema Nacional de Pensiones quedaban fuera de la controversia política, y se
guiaría únicamente por criterios de mejora de este, y en consecuencia de los
integrados en él.
Sin
embargo, como tantas cosas, aquel buen acuerdo, ha saltado hecho pedazos;
generando, por otro lado, ideas de lo más extravagante, en mi opinión.
Una de
ellas ha sido el plantear que, los llamados Robots
Industriales, “coticen” para
financiar el enorme déficit del Sistema Público de Pensiones.
Desde
que R2D2 llegara a las pantallas, con su aspecto gordezuelo y bonachon; se ha
dado a los llamados Robots, una
apariencia cuasi humana. Apariencia que, es posible, haya llevado a los
integrantes del Pacto de Toledo a una
cierta confusión; y con ellos a algunos más.
No
ha caído en saco roto la tal idea, y no pocos la han aplaudido, con un
argumento aún más extraño que la propia idea de aquel.
El
argumento es así de confuso: “Puesto que lo “Robots” eliminan puestos de trabajo: que coticen.”
No
es fácil digerir tan extraño argumento, máxime cuando aquellos, no eliminan nada;
pues no son otra cosa que máquinas construidas por el hombre para mejorar la
eficiencia y la productividad de las Industrias, y Empresas.
Pero
no es sólo falso este alegato; sino que indica un desconocimiento
extraordinario de lo que es la producción industrial. Veamos.
Si
la llegada a la empresa A de un Robot
ha supuesto la pérdida de X puestos de trabajo; en la empresa B, ese mismo aparato, ha creado un número X de puestos de trabajo. Aquellos que se han generado para
su construcción. Desde el inventor que tiene la idea, pasando por los
ingenieros que lo diseñan; las empresas que proporcionan los productos
necesarios para su construcción; los trabajadores que realizan las acciones de
montaje del aparato; hasta los empleados que salen a los mercados a vender
dicho producto; todos ellos han sido puestos de trabajo creados merced
a la aparición de ese Robot. En términos
netos ¿ha supuesto el aparato una perdida de puestos de trabajo por la que sea
merecedor de recibir un castigo?
Desde
que la lanzadera revolucionó la Industria Textil, con la perdida de miles de
puestos de trabajo en ella; no hay sector económico que no haya “sufrido” la aparición de nuevas y cada
día más modernas maquinas.
Las
maquinas que quitan trabajo por un
lado, lo han generado por otro.
Si
la llegada de un super ordenador ha reducido las necesidades de personal de un
Banco de 14 a 2 personas; no es algo por lo que ese ordenador deba ser
penalizado; porque, antes de destruir
12 puestos de trabajo, ha creado veinte.
La
eficiencia de un robot no es sólo buena para la empresa. Es buena para la
sociedad. Un robot permite la producción en serie de millones de unidades de un
mismo producto; lo que hace que la capacidad de ser adquirido aumente; y si
aumenta su venta, aumentan los puestos de trabajo que genera esta.
Sin
la vieja Máquina de Vapor”, el Hombre
aún tendría que mover los barcos a vela; labrar los campos con el arado romano; o desplazarse en las
viejas tartanas tiradas por mulas.
Sin
la evolución, la invención, y la mejora de las maquinas; seguiríamos ateridos
en invierno; y asfixiados en verano.
Ya
no hay vendedores carbón; pero existen millones de empleados en las empresas
que nos proporcionan calor en invierno, y frío en verano.
Culpar,
y pretender castigar al Robot, es de las ideas más estrafalarias
que me he encontrado en la vida. Al mismo nivel de la que se le ocurrió al coronel
del campamento en el que hice la mili; quien dio la orden de arrestar a la piscina porque un recluta
estuvo a punto de ahogarse.