miércoles, 27 de septiembre de 2017

EL MONOPOLY

Elizabeth Magie en 1903, ideo un juego que más adelante tomó el popular nombre de Monopoly.
Es este un juego, de compraventa, e intercambio de bienes raíces: casas, hoteles…
Los dos elementos esenciales son: el dinero, y los bienes raíces. Su objetivo, es arruinar al resto de los jugadores, y tener tu propia ciudad, con casas, hoteles, estaciones…etc.
A pesar de ser un juego, tiene sus reglas, y no resulta fácil poder “construir” una ciudad, partiendo de cero.
Si resulta complicado “construir” una ciudad en un juego de mesa, construir un país, tampoco es nada sencillo; algo que algunos parece que han olvidado.
Lo principal que se necesita para hacerlo son “jugadores” en número suficiente para poder comenzar.
Lo segundo es establecer unas reglas del juego, iguales para todos, y que nadie se puede saltar.
Quienes pretenden crear en Cataluña un país, como si del juego del Monopoly se tratara, ya han incumplido las dos primeras normas esenciales para hacerlo.
Obligado es decir que si estos pilares no existen, no se puede levantar nada.
Otro elemento esencial en el popular juego de mesa es el Dinero. Sin él, no se pueden realizar transacciones, ni intercambios de bienes raíces; y por ello el juego no puede iniciarse.
El país que pretenden construir unos pocos en Cataluña, carecerá de este componente, y por ello ninguna transacción se podrá llevar a cabo.
En el juego del Monopoly, existe la Banca, que es la encargada de proporcionar los “dineros” ( de mentira) para que el juego pueda iniciarse.
La Banca que surgiera en el nuevo país, al igual que en el juego de mesa, sólo tendría dinero de mentira; un dinero que sirve para jugar en casa en las tardes de lluvia; pero, no en la vida real.
Sin dinero real, nada se puede hacer; salvo que el país que nazca, lo haga en el aislamiento, y retornar a la economía del trueque. Algo posible, pero poco práctico.
Pagar la importación de mercancías, o la contratación de servicios con butifarras, es bastante complicado; salvo que las butifarras coticen en los Mercados de Divisas; algo, de momento, poco probable.
Quienes no puedan comprar ni vender por carecer de una moneda con la que realizar los intercambios, no pueden subsistir, pues el país en ningún aspecto, es auto suficiente.
Qué hacer, en la Industria del Automóvil, en la de los productos químicos, en las Farmacéuticas; y en los miles y miles de sectores que precisan intercambios comerciales, cuyo contravalor es siempre una moneda aceptada en los Mercados Internacionales; Mercados en los que el “dinero” del Monopoly, no sirve.
Las reglas del juego internacional, igual que las del Monopoly, son rigurosas, e iguales para todos. Si el nuevo país las rompe, queda fuera del juego, y se le expulsa de la “salita” donde se desarrolla la partida.
En el mundo real eso se llama: establecer fronteras. Fronteras que se abren o se cierran a conveniencia de las partes.
El nuevo país, tendría vetados los movimientos con los países fronterizos, tanto para personas, como mercancías, como para capitales.
Sus exportaciones estarían suspendidas, y sus importaciones también.
Habría que comenzar a negociar unas nuevas reglas del juego; algo difícil de acordar, pues el establecimiento de condiciones arancelarias; de cupos de productos. Los mercados interiores del país, no estaría sometidos a ninguna regla de librecambio con el nuevo país.
Los ciudadanos no saldrían indemnes de esta contienda. Perderían la condición de ciudadanos miembros de la UE; y con ello la libertad de tránsito por los países de la Unión. Algo que les ocurriría a quienes pretendan entrar al nuevo país, por las fronteras españolas. Fronteras que pueden ser abiertas o cerradas, a gusto de las autoridades españolas.
Por su carácter, quizás lo más interesante que les ocurriría a los ciudadanos de Cataluña, es la perdida de sus ahorros.
Fuera de la UE, se está fuera de la Zona Euro, y en consecuencia, el euro dejará de ser moneda oficial del nuevo país; y los fondos bancarios denominados en euros, ser redenominados a la nueva moneda país. Una moneda, que no contará con respaldo en metales preciosos, o de una Autoridad Monetaria solvente; pues el Banco Central Europeo dejará de prestar su apoyo a esos depósitos. Lo mismo que hará el Fondo de Garantía de Depósitos del Estado español.
Jugar al Monoply, es relativamente fácil; y el perder o ganar, es irrelevante.
Jugar al Nuevo País, es muy dificultoso; y el perder, o ganar, es muy relevante.

jueves, 21 de septiembre de 2017

LA GENETICA

Las conocidas Leyes de Mendel, fundamento de la ciencia genética, fueron elaboradas por el genetista Gregor Mendel. Son el conjunto de reglas básicas sobre la transmisión por herencia genética de las características de los organismos padres a sus hijos.
En la evolución de los estudios sobre genética mucho se ha adelantado, teniendo un papel relevante en sus avances el español Severo Ochoa.
El Premio Nobel nacido en Asturias, aunque nacionalizado estadounidense, sintetizó el que se denominó Ácido Ribonucleico,( ARN) base que se usó para conseguir la sintetización del ácido desoxirribonucleico (ADN). Acido que contiene la información genética de los seres vivos.
El uso del ADN, se ha extendido a todos los ámbitos de la ciencia y la investigación, algo que no extrañaría, ni al señor Mendel, ni al señor Ochoa.
Sin embargo, mostrarían su extrañeza ante el uso de este acido como elemento de discriminación política, y sociológica.
Quienes en nuestros días forjan y forman la opinión de los individuos, no dudan en convertirse en “sesudos científicos”, para convencer al mundo de la razón de su sinrazón.
En un alarde de estupidez, rayana en la esquizofrenia, algunos presumen de tener su ADN propio. Como si el ácido desoxirribonucleico se adquiriera en los supermercados del barrio.
No hay que ser ni Mendel, ni Severo Ochoa, para saber que tal aseveración no es más que una extraordinaria estupidez, dicha por unos estúpidos, y aceptada por otros estúpidos.
En nuestra época, y en nuestra nación, gente muy osada, pretenden marcar diferencias genéticas con el resto del mundo para dar cuerpo científico a sus ambiciones políticas.
Siendo esto grave, más grave es que un buen número de individuos acepten esto como verdad indiscutible; y sobre tal falacia, construyen un proyecto de individualidad.
Tampoco hay que ser Mendel, o Severo Ochoa, para saber que la evolución de la carga genética de cada ser vivo, tarda en alterarse millones de años.
En estos tiempos que corren, algunos, y no son pocos, presumen de haber roto la cadena de su ADN, y en breve espacio de unos pocos de años, haberla alterado, sin que rastro alguno de sus precursores en la cadena genética, ocupe una sola molécula de su cuerpo.
En esa ignorancia que avergüenza, creen que el cambio de un nombre o una denominación, rompe con la cadena evolutiva.
Para desgracia de cualquier cerebro, medianamente inteligente, contemplamos con estupor cómo se reniega de los ancestros, rompiendo amarras con sus genes.
Si no fuera tan patético, resultaría cómico; sin embargo, no tiene nada de gracioso que se manipule la ignorancia de muchos, para provecho de unos pocos.
Si por estos analfabetos fuera, enviarían a la basura la Teoría de la Evolución de las Especies, las Leyes de Mendel, y todas las Leyes de la genética.
Muchos hay que presumen de ser diferentes. No dicen nunca diferentes a quien o a quienes; ni en qué se diferencian. Y no lo dicen, por una razón contundente: porque no lo saben. Y no lo saben porque no lo pueden saber. Y no lo pueden saber, porque no lo son.
Les debe resultar durísimo aceptar, que nuestra muestra genética tiene un 99% de elementos comunes con animales como el cerdo.
Cómo aceptar que yo, (es decir ellos) que presumen de un ADN propio; esa carga genética, es idéntica en un 99% a la de un gorrino.
Muchos, serían capaces de aceptar tal compatibilidad genética, antes que aceptar que son idénticos a uno de Sevilla, de Madrid, o de Romangordo.
En más de una ocasión, he manifestado mi opinión de que la Teoría de la Evolución de las Especies, debería, en el caso del Hommo Sapiens debería ser reformulada; pues no existe una evolución de un ser irracional, a un ser racional.
Alguien les debería decir a algunos, para consuelo de sus atormentadas mentes, que no es malo llevar la carga genética de un jornalero andaluz, de un pescador gallego, de un minero asturiano, o de un agricultor extremeño.

Y cómo colofón a tanta locura, recordarles que el 75% de su cuerpo es agua. Exactamente igual que el mío.

domingo, 10 de septiembre de 2017

EL EMPECINADO

El militar Juan Martín Diez más conocido por su apodo “El empecinado”, no debe su sobrenombre a su carácter, o manera de entender la vida.
Muchos creen, yo entre ellos hasta hace poco, que el remoquete se debió a su temperamento obstinado y terco; pero, no es así.
Si bien es cierto que su carrera como militar, y defensor de las libertades, le hiciera merecedor del mismo.
Uso esta legendaria figura decimonónica como palanca impulsora de un paralelo comportamiento histórico de una zona de España situada al Nordeste de la Península Ibérica.
Esa zona de España conocida como Cataluña, siglos hace que mantiene una postura de obstinación, pocas veces vista, para lograr ser lo que nunca ha sido.
Allá por el siglo XI, el rey Ramiro I fundó el reino de Aragón; y en el siglo XII por razón de casamiento se le incorporó el Condado de Barcelona; siendo el rey Felipe V quien con el decreto de “Nueva Planta”, incorpora el reino de Aragón, junto con el Principado de Cataluña, al reino de España.
Cataluña desde el siglo XII ha tenido diferentes estatus jurídicos, políticos, y sociales; pero, entre ellos nunca ha alcanzado el rango de reino, o país independiente.
Nunca ha sido del agrado de los muchos mandatarios que Cataluña ha tenido, el ser el segundón de la Corona de Aragón, queriendo cambiar ese estatus, desde hace siglos.
Para ello, no ha escatimado medios y formas para lograrlo; acudiendo a todo tipo de acciones para conseguir por la fuerza, lo que ni la Historia, ni el Derecho les otorgaron.
Ha sido un empecinamiento histórico que nunca ha cuajado, a pesar de los esfuerzos denodados que se han hecho para lograrlo.
Nada se ha dejado por hacer para conseguir su objetivo.
Como toda Revolución, lo principal es crear un sentimiento popular de ser diferentes, y sobre esos cimientos construir el edificio del derecho a ser independientes. Un proceso que ha tenido todos los ingredientes de un trabajo constante basado, esencialmente, en la alteración de la realidad histórica, y en la construcción de nuevos elementos artificiosos que les diera ese poso de diferencia.
Bandera, himno, idioma, héroes, filósofos, literatos, e incluso descubridores, fueron elevados a la categoría de valores diferenciadores que “justificaban” más, que de sobra, su “histórico”, y “legítimo” derecho a ser independientes del Reino de España.
Ante lo inútil de sus esfuerzos, al “hecho diferencial” que determina la “superioridad” de Cataluña frente al mundo; se ha añadido un elemento nuevo, abiertamente plasmado por sus dirigentes: el inculcar a los ciudadanos el odio a España.
Una animadversión inconcreta, infundada, y por supuesto falsa; eso da lo mismo. Se promueve el odio a España, y a los que llaman españoles o españolistas, para reforzar el edificio de la mentira históricamente construido.
Múltiples eslóganes se han acuñado a lo largo de los siglos; empero, el más “popular” ha sido:
-          España, nos roba.
Mensaje corto, e impactante, que cala en profundidad de manera rápida, y que convierte a los españoles, los residentes en Cataluña también, en modernos “Salteadores  de caminos”, cuyo campo de actuación es el Nordeste de la Península Ibérica.
Visto desde la perspectiva de un extremeño entrado en años, resulta extraordinariamente sorprendente, la facilidad con la que unos mensajes tan falsos y vacíos, llegan al conjunto social de la ciudadanía que vive en Cataluña.
La región que ha sido considerada vanguardia del desarrollo económico; puerta de entrada de las ideas de Libertad, y Modernidad; se ha despojado de sus vestiduras, dejando al descubierto la realidad que tapaban sus ataviados.
Una Sociedad inculta, fácilmente manipulable; ignorante de las consecuencias de sus actos; permeable a mensajes, que el más elemental sentido común, y análisis, desmontaría.
Una Sociedad que al igual que el perro de Pavlov, segrega su odio al toque de una campana.
Piotr Pávlov desarrolló la conocida como “Ley del Reflejo Condicionado”;y la sociedad catalana actúa movida por ese Reflejo Condicionado. Un comportamiento instintivo, del que no se es consciente.

Algo explicable en un perro, pero incomprensible en todo un cuerpo social.