Desde lejanos tiempos, la Sociedad española (las demás no me
importan) ha estado dividida en dos grandes categorías: Nobles y Plebeyos. Los
segundos adquirían esa condición nada más nacer; los primeros no la adquirían
por tan digno camino.
En nuestra España del siglo XXI, aunque parezca increíble, siguen
existiendo los llamados Nobles con los mismos privilegios que tenían sus
antepasados de la Edad Media. El paso de los siglos no ha mermado un ápice su
condición de Clase Diferente.
Al igual que ocurría en la Edad Media, su especial condición la
han mantenido gracias a la Clase que ellos desprecian: Los Plebeyos.
Al igual que ocurría en la Edad Media, el Pueblo Llano les ha
defendido e idolatrado hasta caer en su propia ignominia.
Al igual que ocurría en la Edad Media, el "Populacho"
les ha admirado; se ha gastado su escaso dinero para poder contemplar
boquiabierto la obscena manifestación de su poder y riqueza.
Ni siquiera Marx, Engels, Lenin o Stalin, han conseguido eliminar
ese estigma que acompaña a, casi, todo Plebeyo.
Al igual que ocurría en la Edad Media, los plebeyos han sido
conmiseratorios con los Nobles de hoy, al tiempo que a los suyos las hacen
desfilar, cual Laydy Godiva, desnudos, para escarnio público.
Transcurridos diecisiete año del siglo XXI, hemos podido asistir
al más vergonzoso y vergonzante espectáculo que una Sociedad moderna puede
contemplar.
Aquellas viejas costumbres medievales ha aflorado de nuevo.
Dos Nobles, una conseguida tal condición por vía uterina; el otro,
llegado a ese estatus por vía vaginal, (Los úteros y las vaginas ha jugado a lo
largo de la Historia un papel importante entre la Nobleza) pillados robando, se
ha "enfrentado" a la Justicia. Y la Justicia se ha comportado con
ellos, como siempre los Plebeyos se han portado con los Nobles: les han rendido
bochornosa pleitesía.
Tal ha sido el comportamiento, que hasta los Plebeyos se han
escandalizado. El suave guante de algodón del Estado no ha rozado ni un
milímetro de su piel, para evitar que el Noble pudiera sentirse molesto.
Pese a ser acusados de delitos castigados con importantes penas de
cárcel, no han pasado ni un sólo segundo en una Comisaria de la Policía o de la
Guardia Civil. A ellos, no ha osado acercarse un agente de la Ley, sino para
protegerles.
Pese a existir un clarísimo riesgo de fuga y de destrucción de
pruebas, ni una sola medida cautelar se ha impuesto a los acusados. Como si la
cosa no fuera con ellos, se han paseado por el mundo, no sólo con absoluta y
bochornosa libertad; ora en Suiza, ora en Vietnam, ora en Barcelona; sino que
lo hancon una escolta pagada por los mismos a los que, entonces, presuntamente,
habían robado. Eso, que se sepa.
Los Plebeyos que rigen los destino de España, desde el primer
momento se pusieron a las órdenes del Noble Mayor, padre y suegro de los
encausados, para recibir órdenes y actuar no en defensa de los intereses de los
españoles, sino en defensa de dos acusados por robo a los propios españoles.
Por una extraña reacción física, el Plebeyo, ante un Noble, se
sublima; se licúa, y llega a tomar el estado gaseoso, siendo abducido por este
hasta la anulación mental.
Esta reacción química propició que la "Niña de los ojos"
y su compañero de tálamo y golferías, del Noble Mayor, fueran tratados con
meloso gusto.
Sin embargo, el Plebeyo que sirve a los españoles, no es tan
condescendiente con otros Plebeyos que no forman parte del árbol genealógico
del Noble Mayor.
A ese, uy a ese, a ese se le arrastra, literalmente, por los
aledaños de comisarias, juzgados y centros penitenciarios. Para ese no hay
cordones de seguridad ni guardias que les protejan. Se permite al Populacho que
descargue sus más bajos instintos sobre ellos, desgarrándoles sus ropas más íntimas.
El Plebeyo, es sacado de su casa esposado, en pijama, delante de
su familia y vecinos, para que sirva de alimento inmediato a los presentes, y
de aperitivo diferido en los informativos. Mismo alimento que podrá consumirse
desecado y deshidratado, en las miles de revistas que inundan los kioscos.
Hoy el Plebeyo que sirve a los intereses del Noble Mayor, recibirá
los parabienes, y las más efusivas gracias de este, por haber logrado que la “Niña
de sus ojos” siga “blanca como el armiño”.
Al igual que ocurría en la Edad Media, el Noble es el Noble; y el
Plebeyo es el Plebeyo.
Escrito el día de dieciocho del mes febrero de año 2017; XXI de la
Era Cristiana, en España.
Es que los españoles somos lelos y cobardes....y comodones nadie sale a protestar o reunir miles y miles de firmas contra esta injusticia de la justicia (je, je, je) y muchos no salen por temor a la ley mordaza, que se sepa.....
ResponderEliminarcuanto más leo sobre la edad media, más la comparo con la actualidad y más se asemeja con el vivir de hoy en día
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