viernes, 24 de febrero de 2017

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

La llegada del siglo XXI trajo consigo para España, no sólo un cambio de milenio; algo mucho intenso se comenzó a cuajar en su seno aquel uno de enero del años dos mil.
Creímos que superado el llamado "efecto 2000", ese que nos presagiaba los peores augurios, y que algunos predijeron sería el fin de la humanidad, todo seguiría igual. Algo que ocurrió en apariencia. Sin embargo, en su vientre se estaba gestando un enorme "tornado" que arrasaría todo aquello que se había construido a lo largo de 35 años.
Restaurada la Democracia en nuestro país, tras superar algunos tristes episodios, un calma social y económica se adueñó de nuestras vidas. Una calma, en parte real y en parte fingida.
Nos convencimos de que habíamos logrado la Libertad. La vida nos sonreía a casi todos. Nuestra Sociedad vivió años de " Vino y rosas". Los años 80 del siglo XX fueron el auténtico despegue de la Libertad del Pueblo. Aquello de lo que habíamos sido privados durante décadas, se puso a nuestro alcance. Con los nuevos lemas de "Sexo, drogas y rock and roll" nada se interponía en nuestro camino.
El incremento de la "Riqueza" aparecido en la última década del siglo XX, fue el colofón de aquel aparente Paraíso en el que la Suerte nos había situado. El "Mundo Feliz" había llegado hasta nosotros.
Sin embargo, el nuevo milenio nos iba a despertar de nuestro efímero sueño, mediante un terrible "terremoto" que nos sacó de nuestros mullidos lechos, y nos puso, a nuestro pesar con los "pies" en la Tierra.
En un momento, todo se derrumbó. Aquel sólido edificio en el que nos creíamos seguros e inmunes a cualquier mal; resultó ser un edificio de fino papel que no resistió los "vientos huracanados" que nos llegaron con el nuevo siglo.
Como un castillo de naipes todo se derrumbó, con unas consecuencias que nunca nadie pudo imaginar.
La más grave crisis económica de los tiempos modernos, se adueñó de España. Con millones de españoles despedidos de sus empleos, los sueños dorados, se transformaron en negras pesadillas.
Pero, no fue lo único que arrastró de nuestras vidas el "Ciclón". Sus turbulentos "vientos" levantaron una "alfombra" que escondía lo peor de nuestra Sociedad: La Corrupción. Una corrupción que superaba todo lo imaginable. Una corrupción que se cernía sobre todo y sobre todos.
Desde las más altas Instituciones del Estado, hasta la más humilde alquería, las pestilentes cloacas comenzaron a expandir su hedor.
El país de "Rinconete y Cortadillo", acostumbrado desde siglos a las corruptelas, nunca antes había contemplado un tan elevado grado de ellas, sin que estatus ninguno se librara de ella.
El Pueblo atónito pudo contemplar como quienes representaban los más altos valores del Estado; quienes eran nuestros representantes; aquellos en los que habíamos depositado nuestra confianza, no eran más que "sepulcros blanqueados".
Nuestro único agarre para mantener la esperanza, era la Justicia; y hasta esta nos falló. Cual meretriz de Polígono Industrial, rindió su "cuerpo" a los poderosos; se convirtió en cortesana de la nobleza, y a ella entregó lo más sagrado que alberga en su seno: La Igualdad para todos.
Abrió sus piernas para ser penetrada, no en un recóndito lupanar; lo hizo a la luz del día, a vista de todos; con ese desparpajo de puta callejera que anuncia sus "servicios" mientras atiende a un cliente.
Los vientos huracanados, no sólo pusieron al descubierto las miserias de muchos. Hicieron algo mucho más dañino para nuestra Sociedad, arrancaron la Fe, la confianza, y dejaron en nuestros espíritus la semilla de la decepción, del hastío, y del descreimiento en nosotros mismos como seres capaces de acertar en la elección de nuestros gobernantes.
Pero el peor de todos los efectos; el más letal de todos ha sido, que ha arrasado la Democracia en España. Herida de muerte hace tiempo, la Justicia española le ha asestado el golpe definitivo, con certero golpe de "puntilla" en forma de Injustas Sentencias y decisiones, ha concluido el trabajo empezado por otros.

Y a nosotros los Ciudadanos no nos queda ni siquiera el consuelo de contar con una generación del 98 que con su pluma nos consolara de tanto dolor.

sábado, 18 de febrero de 2017

NOBLES Y PLEBEYOS.

Desde lejanos tiempos, la Sociedad española (las demás no me importan) ha estado dividida en dos grandes categorías: Nobles y Plebeyos. Los segundos adquirían esa condición nada más nacer; los primeros no la adquirían por tan digno camino.
En nuestra España del siglo XXI, aunque parezca increíble, siguen existiendo los llamados Nobles con los mismos privilegios que tenían sus antepasados de la Edad Media. El paso de los siglos no ha mermado un ápice su condición de Clase Diferente.
Al igual que ocurría en la Edad Media, su especial condición la han mantenido gracias a la Clase que ellos desprecian: Los Plebeyos.
Al igual que ocurría en la Edad Media, el Pueblo Llano les ha defendido e idolatrado hasta caer en su propia ignominia.
Al igual que ocurría en la Edad Media, el "Populacho" les ha admirado; se ha gastado su escaso dinero para poder contemplar boquiabierto la obscena manifestación de su poder y riqueza.
Ni siquiera Marx, Engels, Lenin o Stalin, han conseguido eliminar ese estigma que acompaña a, casi, todo Plebeyo.
Al igual que ocurría en la Edad Media, los plebeyos han sido conmiseratorios con los Nobles de hoy, al tiempo que a los suyos las hacen desfilar, cual Laydy Godiva, desnudos, para escarnio público.
Transcurridos diecisiete año del siglo XXI, hemos podido asistir al más vergonzoso y vergonzante espectáculo que una Sociedad moderna puede contemplar.
Aquellas viejas costumbres medievales ha aflorado de nuevo.
Dos Nobles, una conseguida tal condición por vía uterina; el otro, llegado a ese estatus por vía vaginal, (Los úteros y las vaginas ha jugado a lo largo de la Historia un papel importante entre la Nobleza) pillados robando, se ha "enfrentado" a la Justicia. Y la Justicia se ha comportado con ellos, como siempre los Plebeyos se han portado con los Nobles: les han rendido bochornosa pleitesía.
Tal ha sido el comportamiento, que hasta los Plebeyos se han escandalizado. El suave guante de algodón del Estado no ha rozado ni un milímetro de su piel, para evitar que el Noble pudiera sentirse molesto.
Pese a ser acusados de delitos castigados con importantes penas de cárcel, no han pasado ni un sólo segundo en una Comisaria de la Policía o de la Guardia Civil. A ellos, no ha osado acercarse un agente de la Ley, sino para protegerles.
Pese a existir un clarísimo riesgo de fuga y de destrucción de pruebas, ni una sola medida cautelar se ha impuesto a los acusados. Como si la cosa no fuera con ellos, se han paseado por el mundo, no sólo con absoluta y bochornosa libertad; ora en Suiza, ora en Vietnam, ora en Barcelona; sino que lo hancon una escolta pagada por los mismos a los que, entonces, presuntamente, habían robado. Eso, que se sepa.
Los Plebeyos que rigen los destino de España, desde el primer momento se pusieron a las órdenes del Noble Mayor, padre y suegro de los encausados, para recibir órdenes y actuar no en defensa de los intereses de los españoles, sino en defensa de dos acusados por robo a los propios españoles.
Por una extraña reacción física, el Plebeyo, ante un Noble, se sublima; se licúa, y llega a tomar el estado gaseoso, siendo abducido por este hasta la anulación mental.
Esta reacción química propició que la "Niña de los ojos" y su compañero de tálamo y golferías, del Noble Mayor, fueran tratados con meloso gusto.
Sin embargo, el Plebeyo que sirve a los españoles, no es tan condescendiente con otros Plebeyos que no forman parte del árbol genealógico del Noble Mayor.
A ese, uy a ese, a ese se le arrastra, literalmente, por los aledaños de comisarias, juzgados y centros penitenciarios. Para ese no hay cordones de seguridad ni guardias que les protejan. Se permite al Populacho que descargue sus más bajos instintos sobre ellos, desgarrándoles sus ropas más íntimas.
El Plebeyo, es sacado de su casa esposado, en pijama, delante de su familia y vecinos, para que sirva de alimento inmediato a los presentes, y de aperitivo diferido en los informativos. Mismo alimento que podrá consumirse desecado y deshidratado, en las miles de revistas que inundan los kioscos.
Hoy el Plebeyo que sirve a los intereses del Noble Mayor, recibirá los parabienes, y las más efusivas gracias de este, por haber logrado que la “Niña de sus ojos” siga “blanca como el armiño”.
Al igual que ocurría en la Edad Media, el Noble es el Noble; y el Plebeyo es el Plebeyo.

Escrito el día de dieciocho del mes febrero de año 2017; XXI de la Era Cristiana, en España.

miércoles, 15 de febrero de 2017

LA SENTINA

Cuando el Presidente Zapatero pronuncio la frase: “España se encuentra en la Champions League de la economía", el desastre ya se había producido.
Esa irresponsable expresión, que la Historia juzgará, buscaba cegar a los españoles de la realidad en la que vivíamos.
El "guiso" que llevaba años "cociéndose" rebosó la "olla", y ya no fue posible esconder los "ingredientes" que contenía.
El enorme "recipiente" del Sistema Financiero español, contenía una ingente cantidad de "porquería" que era preciso recoger.
Las campanas tocaron a rebato para que las cabezas pensantes intentaran poner a buen recaudo toda la basura que el "pote" contenía.
La Champions League de la Economía, se había transformado en una pestilente cloaca de dimensiones nunca antes conocida.
Como un "castillo de naipes" el edificio del Sistema Económico se derrumbó, casi, en su totalidad, produciendo un desastroso "efecto dominó" que aún sufrimos.
¿Qué hacer ante semejante acumulación de "basura" financiera?
Había que ocultarla de la vista de los "comensales", como primera medida. Después, (se hizo algo muy español), ya veremos.
No era sencillo encontrar un "recipiente" de tamaño adecuado para acoger en su seno los miles de millones de euros de pérdidas que acumulaban las Entidades Financieras; por lo que hubo que modificar la estrategia, y dividir el reparto de la “maloliente” carga.
Se diseñaron varías "sentinas" en las que guardar la basura financiera.
Pero un escollo no previsto se interponía en la solución del problema. Más de la mitad del Sistema Financiero Español, tenía un Régimen Jurídico muy particular que impedía su capitalización, aunque sólo fuera contable. Ese cincuenta por ciento eran Las Cajas de Ahorros, que jurídicamente no eran "nada" que encajara fácilmente en la Legislación Mercantil española. No eran Sociedades Anónimas; no eran Sociedades de Responsabilidad Limitada; no eran, ni tan siquiera, una Comunidad de Bienes, que, aunque carecen de personalidad jurídica, tienen un régimen legal y fiscal que las regula.
Las Cajas se regían por sus propios estatutos, y les era de aplicación la Ley de Sociedades Anónimas y la Legislación Mercantil y Fiscal, por analogía en su actividad.
Para que las "sentinas" de las Cajas pudieran abrirse, debían cambiar su régimen jurídico, a "uña de caballo" porque el tiempo apremiaba.
Se fueron aportando soluciones más o menos imaginativas, apareciendo figuras jurídicas de lo más innovador, como fueron los " Sistemas Integrales de Protección" (SIP en adelante).
¿Qué es un SIP? En resumen, una especie de Asociación de avales y contravales integrada por varias Cajas.
Estos SIP se formaron, principalmente, para garantizar a sus integrantes el acceso al Mercado Interbancario, y cubrir en caso de necesidad los reembolsos de las emisiones de empréstitos, en caso de no poder hacerlo el emisor.
Sin embargo, esto no era suficiente para solventar el problema principal, que no era otro que la capitalización de las Cajas. Con la "basura" aflorada y la normativa comunitaria conocida como MiFID, era impensable acudir a los instrumentos tradicionales que las Cajas habían usado para aumentar sus Recursos Propios: Cuotas Participativas, Obligaciones subordinadas, Participaciones Preferentes,...etc.
No quedaba otra solución que convertir las Cajas en Bancos; pero, ¿cómo hacerlo?
Se constituyeron Bancos, cuyo capital social estaba integrado por el neto patrimonial que en Balance tenían las Cajas Integrantes, dejando fuera, únicamente, los Fondos de la Obra Social, que serían tratados más adelante.
Las "sentinas", con mayor o menor éxito fueron gestionando la "basura"; sin embargo, una de ellas recibió más "basura" de la que podía digerir: Bankia.
Los netos patrimoniales de algunas de sus integrantes colocaban al nuevo Banco en situación de casi "Quiebra Técnica" por lo que había que buscar capitales adicionales con que cubrir el balance.
La única solución, salir a Bolsa. Y es aquí donde todo se descontrola.
Los mercados de inversores institucionales, o grandes inversores, no veían con claridad el experimento, y exigían enormes primas de riesgo, lo que hacía caer la cotización de la acción hasta niveles de desincentivar al más optimista. Y este es el momento en el que se toma la peor decisión; mantener ficticiamente la cotización de la acción de Bankia, y lanzarse como posesos a colocarlas entre la clientela, usando las viejas tácticas de abusar de la confianza que los clientes tenían en los empleados que les habían atendido durante toda la vida sin ningún problema.
Los empleados, como siempre ocurre en estos casos, sabían que lo que estaban comercializando era "basura"; pero, eran órdenes, y había que cumplirlas. Y esas órdenes llevaban un corolario: De que esta operación salga bien, depende tu puesto de trabajo. Y claro, eso son palabras mayores.
La "basura" se colocó; pero, no pudo taparse durante mucho tiempo el "pestilente" olor que despedían los títulos.
El resto es de todos conocido.