Confirmados los peores augurios sobre la permanencia o no del
Reino Unido en la Unión Europea, cabe preguntarse: y ahora ¿qué?
La respuesta es: ahora, bastante.
Dando por sentado el gran calado de las consecuencias a nivel
general, me centraré en lo que en mi opinión puede afectar a los ciudadanos de
a pie.
Una primera consecuencia es de ámbito supranacional y de enorme
importancia: la crisis de los refugiados.
Fuera de la UE, el Reino Unido se desvincula de los acuerdos que
en el seno de aquella se tomaron para solventar el grave problema de los
cientos de miles de personas que vagan por Europa; y más concretamente aquellos
que se encuentran en el llamado paso de Calais.
Una segunda cuestión importante es que el Reino Unido deja de
pertenecer a la conocida como zona Schengen.
Por los acuerdos de Schengen se suprimieron las fronteras
interiores y los controles de personas y mercancías entre los países.
Desde el momento en que el Reino Unido dé por rota su vinculación
con la UE, esa libertad de movimientos desaparece, y se tendrá que estar a lo
que la legislación de Gran Bretaña establezca. Legislación que será más o menos
restrictiva, según los intereses del país.
Estas restricciones, esto es una presunción mía, tendrán como
objetivo limitar la entrada de ciudadanos potencialmente conflictivos, y
controlar la mano de obra que afluye al país de forma descontrolada.
¿Qué ocurrirá con quienes se encuentren en el país al amparo de su
condición de ciudadanos de la Unión Europea? Lo desconozco; sin embargo, me
aventuro a pensar que la nueva situación provoque la salida de muchos ciudadanos
de la Unión Europea cuya presencia no es deseada por múltiples y diferentes
motivos.
¿Qué hará la Unión Europea ante esta nueva situación? Evidentemente
lo desconozco. Los intereses económicos de cada uno de los países integrados
aún en ella, tendrán mucho que ver; y ello augura que los acuerdos en su seno
tendrán mucho de dramático.
No es descabellado pensar que se produzca una fractura en el seno
de la Unión de la Europea, según esos intereses comerciales.
Países históricamente anglófilos como Portugal, querrán minimizar
el impacto en sus deterioradas economías de la desvinculación. Otros de marcada tendencia germanófila, buscarán intereses
contrapuestos.
Una vez más, la UE se encontrará en una grave encrucijada, y
tendrá que hacer encajes de bolillos para recomponer tan enorme
"roto".
La pérdida de un socio potente, como es el Reino Unido, puede ser,
ojalá me equivoque, la "puntilla" que remate al viejo toro europeo,
que intentó ser un "miura" y no consiguió pasar de eral.