miércoles, 20 de junio de 2018

MIGRACIONES


Desde que el Homo Sapiens apareció, dicen algunos expertos que el continente africano, hasta nuestros días el Hombre ha migrado con existo dispar.
Las razones y las causas de estos movimientos migratorios han sido, y, son, diversas; pero, no han variado a lo largo de milenios.
El inicial nomadismo del Hombre, necesario para la búsqueda del sustento del individuo, y más tarde de la prole, dio paso a una forma de vida más sedentaria, en la que los desplazamientos cambiaron su razón de ser.
El instinto, primero, y la voluntad, después guiaron la dispersión del Hombre por la faz de la Tierra. Si el primero busca la supervivencia de la especie, la segunda era una razón más concreta y meditada. El individuo tomó conciencia de su etnia, de sus orígenes, y un sentimiento de prelación frente a otros individuos surgió como valor del Grupo Social acrecentado a lo largo de cientos de años.
La necesidad de la búsqueda de nuevos horizontes movía a los Hombres. Unos horizontes que, en buena medida, querían ser la base de una supremacía de un Grupo Social frente a otro.
Las migraciones comenzaron a tener un sentido de conquista, y se basaron en la aniquilación de otros Grupos para ocupar su lugar, y engrandecer el poder del vencedor. Es en este momento en el que el Hombre dejó de ser libre, y surgieron los esclavos; quienes a su vez se vieron obligados a huir, es decir, a emigrar para huir de esa esclavitud buscando lugares nunca explorados por el hombre, pero no por ello deshabitados.
Nuevos espacios de bienestar fueron descubiertos, y hacia ellos se lanzaron aquellos que veían en esos espacios nuevos, un futuro más prospero alejados de las penurias.
Nuevas rutas abiertas por comerciantes y mercaderes se desplegaron hacia los cuatro puntos cardinales, y por ellas comenzaron a transitar a lo largo de los siglos millones de seres humanos, continuando el largo, y no concluido peregrinar, que miles de años atrás iniciaron los Homo Erectus.
Ese flujo y reflujo de la marea humana, nunca interrumpido, como en todo lo que afecta al Destino de los Hombres, se ha saldado con dispar resultado; las más de las veces con dolor y sufrimiento.
Cerca o lejos de sus orígenes el Hombre descubrió que la vida no era placentera, que las fatigas y las miserias no les habían abandonado. Que miles de victimas quedaban esparcidas a lo largo y ancho del tortuoso camino, en una inalcanzable búsqueda de su propio bienestar.
Las locuras de unos pocos suponían el derramamiento de sangre de miles de víctimas.
Nada de lo reseñado, como reflejo de un hecho de evolución social, ha cambiado a lo largo de los siglos. Las personas, son diferentes; pero, las razones, y los resultados son los mismos.
El mundo actual; ese en el que la visión directa de las miserias humanas nos hace poner cara de estupor; no es en nada diferente al mundo que existió muchos siglos atrás.
Hoy, al igual que ayer, un esfuerzo titánico es “recompensado”, en el mejor de los casos, con una miseria soportable; pero, miseria, al fin y al cabo.
La fuerza motriz que impulsaba el instinto de supervivencia es la misma que hoy sigue moviendo a quienes se arrojan en brazos del Destino, dejando su vida en manos del acaso.
Al igual que unas olas migratorias desalojaron a las que les precedieron; el siglo XXI, de nuestra Era, nos muestra los mismos resultados que hubo muchos siglos atrás. El empuje de unos es rechazado por la resistencia de otros que, lejos de aceptar que los de fuera ocupen su lugar, ven una amenaza para su propia supervivencia.
A pesar del duro peregrinar que es la vida para el Hombre, la defensa de ella se antepone a cualquier otro deseo innato que nos acompaña. Y en esa lucha todos ponemos hasta el último gramo de nuestro ser.
Las corrientes migratorias, al igual que el curso de los ríos, puede cambiar; incluso desaparecer en apariencia. Sin embargo, no es así.
Mientras las mismas causas que llevaron al Homo Sapiens a comenzar su andadura por la faz de la Tierra persistan, la búsqueda de una vida mejor continuará.
Hoy parece todo más complejo; pero, en realidad no lo es. Causas, y efectos, son los mismos que hace miles de años.
La vida es dolor y sufrimiento. Es irrelevante en qué circunstancias se viva. Sentado en un sillón de un asentado país, en una patera a la deriva, o en un campo de refugiados dejado de la mano de Dios.


lunes, 11 de junio de 2018

LA DOCENCIA


Quizás, la figura más respetada a lo largo de la Historia de la Humanidad fue la del Maestro. Desde los tiempos en que la Cultura griega dejó para la posteridad a los más grandes pensadores, cuyas enseñanzas han sobrevivido a los siglos, hasta nuestros días, ellos marcaron el devenir de miles de millones de Hombres.
Desde Sócrates, cuya sabiduría no ha tenido parangón, hasta “Don José”, ese maestro de pueblo de traje raído y camisa con cuello dado del revés, que vivía en la indigencia, forjaron los Hombres de los siglos.
Sin embargo, no hace mucho, todo cambió.  “Don José” dejó de serlo para convertirse en “Pepe”. El Maestro dejó de ser tal para convertirse en un funcionario “colega” y “Enrollao” .
Pero, si esa decadencia ya era patente, hechos recientes han sacado a la luz lo que nunca se habría llegado a imaginar la mente más crítica.
Unos días antes de escribir estas líneas, un extraño episodio ocurrió en la Universidad de Extremadura. Presuntamente, como consecuencia de un “error” humano, se pudo acceder, sin necesidad de usar medios delictivos, a los exámenes de acceso a la Universidad.
Hecho del que, presuntamente, se beneficiaron unos pocos alumnos (nadie los sabía cuantificar) llevó a las autoridades a tomar una controvertida decisión como fue la de repetir los exámenes. Tal medida fue criticada por muchos, y defendida por otros. Yo me encontraba entre los críticos, y así lo manifesté en reiteradas ocasiones.
Sin embargo, no hace aún ni veinticuatro horas, el asunto tomó una deriva inesperada, y ciertamente preocupante; mucho más grave de lo que una filtración podría significar.
En una de las denominadas Redes Sociales, el debate se establecía en unos términos concretos; fundamentalmente en dos aspectos: las responsabilidades de la Universidad, y la repetición de los exámenes.
Sin embargo, todo cambio cuando una persona cuyo nombre no se si es verdadero o inventado, identificado como profesor (algo que tampoco sé si es cierto) afirmó que el hecho referido no sólo era conocido por unos pocos alumnos, más o menos espabilados; sino, que el referido examen filtrado había llegado a sus manos; lo había resuelto a sus alumnos, a los que impartía clases particulares; y que estos habían realizado – obviamente- un magnífico examen.
A este reconocimiento, le contrapuse mi opinión; que no fue otra que la de recriminarle que no hubiera denunciado dicha filtración ante las autoridades académicas y gubernamentales, y haber impedido la celebración de la prueba de acceso a la Universidad.
En su descargo a mi crítica afirmó que, muchos profesores de Institutos sabían tal cosa; y que habían resuelto el examen, circulando las resoluciones a través de mensajes de una conocida red de mensajería móvil. Como corolario a su “defensa” afirmó que, el asunto se les había ido de las manos a los docentes implicados; y que él no dijo nada porque esa no era su obligación.
Si es cierto o falso todo lo dicho, no lo puedo saber; sin embargo, la forma en la que dichas afirmaciones fueron realizadas, parece que no están demasiado alejadas de la realidad.
Muchas cosas comenzarían a encajar en este extraño asunto. Una de ellas, la escasa participación de estudiantes en las protestas por la repetición de los exámenes. Otra es, el escaso interés que se ha puesto por parte de las autoridades académicas en dar explicaciones de lo realmente ocurrido, y encontrar al responsable; pretendiendo tapar el escandalo con una medida salomónica.
Nada de lo relatado por el interlocutor autoinculpado carece de lógica (probarlo es otra cosa). Pero en aplicación de esta, las piezas comienzan a encajar bastante bien; y las conclusiones a las que llego son demoledoras.
Si los propios docentes han sido la correa de transmisión de este fraude masivo; si los obligados a defender los valores morales de la honradez, la honestidad, el juego limpio han lanzado a sus propios alumnos a la comisión de actos reprobables; qué podemos esperar.
Pero el más grave de todos los hechos, si lo anterior no fuera bastante, es que han abierto las puertas de la Universidad a muchachos cuyos conocimientos académicos no están acordes a lo que dentro de las aulas les espera.
El denominado por mí autoinculpado afirmó que sus alumnos no habrían realizado tan buen examen ni en el mejor de sus sueños.
Si todo lo anterior es cierto, y tiene visos de serlo; nuestra Sociedad (ese ente abstracto al que todos recurrimos) está enferma hasta sus más profundas raíces. Y no hay galeno que la cure.