
El
laboratorio, va analizando cada uno de los pixeles que tiene un color, y los
somete a un proceso de depuración para ir modificando suavemente la intensidad
del color del píxel. Un proceso que se repite con tantos pixeles como contenga
la fotografía.
Es
este un proceso muy interesante de aplicar en determinados procesos sociales;
para poder reducir la intensidad de los colores
de los hechos, o acontecimientos (pixeles
sociales) que se presentan ante nuestra vista. En ese desarrollo se podría
comprobar cómo, a medida que cada píxel es procesado, la intensidad de este va
cambiando; hasta llegar, casi, al blanco total.
Existe
otro tipo de degradado que nada tiene que ver con la Fotografía. Es el que se
podría denominar degradado moral.
De
la misma manera que en el degradado fotográfico los colores dejan de tener su
valor/color; en el moral, valores, y principios van perdiendo intensidad, al
ser degradados por la realidad de los hechos; que provocan, cual abrasivo, la
perdida de ímpetu.
En
nuestra fotografía, sobre un fondo morado intenso, tenemos un objeto: Igualdad. Un valor que se
presenta con fuerza, en apariencia, irreductible, e incontrovertible. Una potencia
que comienza a degradarse cuando en el laboratorio
se la somete a los ácidos que medirán su grado de resistencia.
El
primer abrasivo que extendemos sobre la fotografía es, la prueba de la concreción;
pues, los pixeles, en esta parte del color parecen un poco borrosos, y es
preciso enfocar mejor el objeto. Qué igualdad
es la que se pretende reflejar en la fotografía. El color de la igualdad es
demasiado indefinido: igualdad física, zoológica, genética, religiosa, moral,
legal, social. Todo está demasiado borroso.
Para
ver bien el color, hay que rebajar unos puntos su intensidad y llegar a un
matiz adecuado a la realidad que se quiere presentar. Las igualdades zoológicas,
genéticas, religiosas, y morales, deben ser fijadas a transparentes; rebajando, en consecuencia, la intensidad del color inicial.
Se
ha producido la primera capa de degradación de nuestra fotografía, dejando un
color morado bastante atenuado.
Los
pixeles coloreados que aún quedan son: el legal, y el social.
Nuestro
proceso de laboratorio continúa, y
analizamos los píxeles de la igualdad
legal. De ese análisis los ácidos nos dicen que, esos píxeles deben ser
eliminados de la fotografía; pues, no son otra cosa que una aberración
cromática producida por un exceso de luz, o por la mala calidad del objetivo o
el procesador usados. Esa aberración cromática, no forma parte del objeto
principal de la fotografía; sino, que aparece por un mal trabajo del fotógrafo.
Al hacer transparentes esos píxeles aberrantes, la intensidad final de color se
ve, por fuerza, bastante reducido.
Nos
quedan por procesar los píxeles morados que incluyen información social del
objeto; a los cuales les repetiremos el proceso en una nueva capa para
determinar su color final.
Los
ácidos encuentran aquí no pocas dificultades para determinar la información que
cada grupo de píxeles contiene, por lo que se hace preciso aislarlos para un
correcto procesado.
Los
que tienen el color del respeto, son realmente
escasos, y en los que la saturación del color ha sido forzada para que, los
pocos pixeles que portan el color, anulen a los que son transparentes; lo que
obliga a realizar un proceso de ajuste para eliminar la sobresaturación. Situada
la intensidad del color a los valores reales que tiene el sujeto, la tonalidad
de los píxeles del respeto se reduce hasta, casi, el blanco total.
Los
grupos de píxeles que nos han quedado: discriminación, opresión, falta de
igualdad de oportunidades; al ser procesados y sometidos a los abrasivos en el
laboratorio, han dado un resultado semejante a lo ocurrido con los píxeles anteriores. Si reducimos la intensidad del color inicial, y situamos los valores
en los que tiene realmente el objeto, el degradado aumenta.
Cuando
una fotografía se toma forzando los parámetros de la cámara; cuando se utilizan
elementos mecánicos y ópticos de mala calidad; cuando, de manera intencionada, se
busca la peor iluminación del objeto; el resultado final que nos muestra la instantánea
está muy alejado de la realidad del objeto que tenemos delante del objetivo.
Para
un observador avezado en las lides de la Fotografía, no le queda otro remedio
que procesar la fotografía para tratar de visionar, de manera correcta, el
objeto que se nos presenta.
Un
buen fotógrafo, trata de obtener imágenes nítidas, y claras, del objeto, o
entorno, que quiere captar. De manera que cuando la lleve al laboratorio,
únicamente tenga que preocuparse de obtener el positivo, sin necesidad de ninguna
otra manipulación.
Sentirá
una gran satisfacción de haber logrado el equilibrio perfecto,
para que la fotografía muestre la realidad tal y como es; sin artificios, ni
distorsiones.